【☆】★【☆】—Eiji... Eiji, despierta.
—¿Dónde... Dónde estoy...?
—Ya hemos llegado, Eiji. Ya estamos en Izumo. — el japonés comenzó a abrir lentamente sus ojos y fue ahí cuando se dio cuenta de que se encontraba en un avión, mirando hacia la ventana. Una presión se hizo presente en su pecho. Ya no estaba en América.
El menor trató de olvidarse de eso, trataba de entrar en razón, trataba de entender que eso había sido lo mejor para todos. Él ya había causado bastantes problemas, lo mejor era estar distanciado de Nueva York un tiempo hasta que las cosas se calmaran.
El camino del avión hacia el aeropuerto fue realizado en completo silencio. Ibe no dijo ni una sola palabra, entendía que era bastante difícil para Eiji el alejarse así de Ash, ya que fue una persona a la que le cogió mucho cariño en un tiempo relativamente corto.
Ibe-san había sido testigo del verdadero cariño y compañerismo, había sido testigo de un amor tan profundo y puro que no podía ser descrito ni con las palabras más hermosas del mundo... Y claro que le dolía, le dolía ver al adolescente tan afectado, porque en un momento este pensó que todo iba a estar bien, pensó que ya todo estaba arreglado, ¿y de qué sirvió tanto positivismo? De nada, porque de repente se lo arrebataron.
—Tu familia debe de estar muy contenta de que vuelvas a casa, Eiji, ¿no estás feliz de verlos?— le preguntó el adulto, tratando de crear algún tipo de conversación y un ambiente menos pesado.
—Sí, aunque estoy un poco nervioso.— le dijo con una media sonrisa en su rostro.— La verdad es que no esperaba que me vieran en este estado.— expresó con molestia el chico de cabello negro, a lo que Ibe carraspeó un poco su garganta.
—Entiendo, pero... Creo fielmente que estarán más felices de ver que ya te encuentras bien. — le aseguró el adulto, dándole una sonrisa provocando que unos pequeños hoyuelos se formaran en sus mejillas. Eiji solamente asintió, sin mirarlo a la cara, seguía mirando con desinterés sus manos, las cuales reposaban en sus débiles piernas.
Seguían con calma el protocolo de seguridad del aeropuerto, dando ciertos códigos, números, nombres, fotografías, documentación, todo lo necesario y exigido por los encargados de aquel lugar para dejarlos pasar al país sin ningún problema. Una vez que pasaron un último detector de metales -Eiji siendo ayudado a caminar por un guardia, ya que no podía pasar con la silla de ruedas-, un movimiento repentino y rápido fue captado por el rabillo del ojo del de cabello azabache.
—¡Eiji! ¡Hermano!— un grito de alegría invadió la audición del muchacho, haciéndolo enderezarse. Un gesto de alivio pasó por su rostro, sentía como su cuerpo se hacía un poco más ligero al ver a sus tres personas más cercanas haciéndole señas de bienvenida: Azami, su hermana menor, tenía una gran sonrisa mostrando toda su dentadura. Hiroko, su madre, estaba conteniendo sus lágrimas, mordiendo su labio inferior y teniendo sus dos manos juntas frente a su pecho. Y por otro lado, su padre Tadashi, estaba con una pequeña sonrisa dibujada en sus labios.
Eiji les devolvió el saludo para después sentarse nuevamente de manera lenta en la silla de ruedas, siendo empujado rápidamente por Ibe. El adulto sintió el sudor acumularse en su frente, apretó con un poco más de fuerza las manijas de la silla, tratando de calmar sus nervios.
—¡Eiji, bienvenido!— se expresó en japonés la menor del grupo, corriendo y esquivando ocasionalmente a algunas personas que se cruzaban en su camino, hasta que finalmente se abalanzó sobre su consanguíneo, haciéndolo quejarse un poco, pero después de unos segundos envolvió a su hermanita en un fuerte abrazo.
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𝐋𝐢𝐚𝐫, 𝐥𝐢𝐚𝐫... [Banana Fish Fic]
FanficEiji Okumura a sus jóvenes 19 años experimentó lo que ningún adulto joven debería experimentar: la muerte de su alma gemela. ❝ A 𝐄𝐢𝐣𝐢 le duele el haber perdido a 𝐀𝐬𝐡... pero le duelen más las mentiras.❞