Not Over Yet ||·EreMika·||

Capítulo 2

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Capítulo 2: Tu aroma, tu colores.

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Negro.

 Cabello corto de obsidiana. Mechones que se derraman en cascadas. Ojos tan infinitos que pueden tragarte por completo, mantenerte prisionero dentro de las celdas de su abismo para siempre. Sus manos, su cabello, su pecho, los pequeños hoyuelos que decoraban la parte baja de su espalda, todos eran tan hermosos. Tan perfecto. Tan tallada en un molde que es completamente suyo.

 Pero lo atormentan. Durante años, eso es todo lo que han hecho. Se mantienen como sombríos recordatorios de lo que Eren ha perdido. Le recuerdan que todo se había ido tan pronto como la puerta se cerró detrás de ella cuando se fue.

Tan pronto como se hizo caso omiso del chirrido de los neumáticos.

Tan pronto como dos vehículos chocaron, un cuerpo frágil fue lanzado hacia afuera y arrojado al costado de la carretera.

Y Eren había llegado demasiado tarde.

Eren había llegado demasiado tarde para salvarlo.

Eren murió junto con él.

Eren murió ante la ausencia de ella.

Pero entonces, como si alguien hubiera accionado un interruptor, vuelve a la vida, con la misma rapidez. Se encuentra aguantando cada exhalación temblorosa, cada risa nerviosa, cada segundo que pasa como si fuera el último. Porque una vez, hubo una promesa, un voto:

"Siempre, Eren. Siempre estaré contigo."

Y la chica ...

Él la ve.

La ve a pesar de que tiene los ojos cerrados.

—o—

Verde.

Ojos tan verdes que la tierra se puso envidiosa de ellos. Ojos que se arrugaron cuando reía, que brillaron con su ira, que brillaron de color verde azulado cuando lloraba, como si el océano fuera a reclamar lo que la tierra tenía demasiado miedo de tocar.

Sus ojos. Ella los había amado. Ella lo amaba.

Los tiempos con él fueron puntos designados que marcaron la línea de tiempo de su vida. Dondequiera que hubiera estado Eren, dondequiera que hubiera tocado, se convirtió en un lugar que brillaría y ardería mientras hubiera vida en ella.

Y ese era él. Ese era Eren.

Era un destello, un salvaje frenesí de emociones que palpitaban con vitalidad y colores. El era musica. Un espectro de colores brillantes y sonidos fuertes y discordantes que se mezclaron en algo conmovedor y descifrable. Canciones que solo ella podía escuchar.

Pero entonces la luz había comenzado a desvanecerse una vez y los colores ya no se filtraban. Toda la música cesó, después del accidente, y el brillante espectáculo del verde se había empañado lentamente en la oscuridad. Más allá del tinte que se estiraba de la nada, sus ojos ya no podían captar la vista de nada en absoluto. Y ella lo había perdido. Y se había perdido a sí misma. Y pensó que se había olvidado de lo que era estar viva en ese momento.

Hasta que, de repente, alguien encendió esa luz.

—o—

Las partículas de hielo crujen bajo sus zapatos, pasos ociosos que se sincronizan. Todo está en silencio excepto por el siseo de la brisa helada que agita el cabello de Eren, riza la falda del vestido de Mikasa y mordisquea las extensiones desnudas de sus piernas. Y Eren no se convierte, cancela todo lo que alguna vez ha sido para ser nada más que esto, lo que es ahora, en este mismo momento. Mientras que una vez la flecha del tiempo lo señaló hacia el pasado, ahora lo guía hacia adelante. Y la chica permanece a su lado, aunque él siente que en cualquier momento puede desaparecer, como una voluta de humo perdida en el viento, ella está aquí. Con él. Por ahora, por ahora.