Eina - "¡Enséñame! ¡Por favor!"

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– ¡Enséñame! ¡Por favor Eina-san!

¿Saben?, la parte más difícil de un capricho o una decisión egoísta, es pensar en las consecuencias que tendrán las demás personas.

¿Qué tanto daño podría hacerse a una persona por una simple decisión...?

¿Qué tanto daño se puede hacer una misma persona...?

Ese mismo planteamiento se hizo la semielfa Eina.

– ¿Q-Qué?

– ¡Enséñame a conquistar a la señorita Wallenstein!

– ¿P-pero? ¿Yo?

– S-sí.

El rostro de Eina mostraba un sentimiento de sorpresa. Sus ojos se abrieron levemente al igual que sus finas cejas.

Sus orejas semielficas temblaron y los labios rosas y grandes vibraron, como si quisieran dar una respuesta.

Una respuesta indecisa, que provocaba un conflicto interno en la mente de Eina, en la brillante mente de Eina...

Y bueno, ¿Qué tanto dañas con una decisión egoísta?

La decisión podría afectar a muchas personas.

Como a Bell, que estaba enfrente de ella haciendo una dogeza.

Los ojos de Bell estaban húmedos ante la espera de la respuesta de Eina.

Sus mejillas sonrojadas eran tiernas, idéntico a sus razones por pedir este favor tan descabellado a Eina.

El quería enamorar a una hermosa doncella de dorado.

Sin embargo, Eina le enseñaría de otra forma, de una forma más... bueno... más estilo Zeus.

– E-Está bien. Te ayudare a conquistar a la señorita Wallenstein – Dijo Eina con cierta duda e incertidumbre.

– ¡Gracias Eina-san!, ¡Enserió, muchas gracias!, ¡Haré todo lo que me pida, incluso si tiene algún problema, dígame y le ayudaré! – Dijo Bell.

– Bien, pero, tendrás tendrás hacer todo lo que yo diga, ¡y sin objeciones! ¿sí?

– ¡Sí! – A pesar del entusiasmo que desbordaba en Bell, a Eina se le formó una pequeña sonrisa malévola...

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– ¿S-segura que tengo que hacer esto? – La duda de Bell era clara como el agua, después de todo, ¿Qué entrenamiento requiere que te saques los pantalones y la ropa interior?, bueno, el entrenamiento de Eina era "especial".

– Sí, o sino no podrás conquistar a la señorita Wallenstein – Habló Eina con cierta autoridad y seriedad.

– B-Bien...

– Jeje.

– ¡No te rías! – Chilló Bell con vergüenza al estar desnudo. – Hace frío,  ¡Por favor, apresúrate!

– Bien, bien – Dijo Eina mientras se montaba a la silla donde estaba sentado Bell.

Bell solo estaba aún más nervioso.

Ya que estaba a escasos centímetros de Eina, la cual también estaba desnuda.

¿¡Pero qué clase de entrenamiento me esta enseñando Eina!?

¡Estoy viendo como sus senos rebotan enfrente de mí!

¡Son como globos de agua! ¡Y con los movimientos bruscos que hace me esta empezando a hacer sentir extraño!

Bell Cranel - El foshador 3000 [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora