En cinco días

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Era lunes y sus clases debían llevarse a cabo sí o sí, lo cual era una lástima teniendo en cuenta que el día anterior no había sido uno de sus mejores domingos.

De hecho, definitivamente fue el peor domingo que había tenido en muchos años. Y aquello podía ser, literalmente, visible en su rostro. Algo tan notorio que no pasó desapercibido para ninguno de sus alumnos. A tal punto que cuando finalizaron sus clases y los estudiantes se retiraron del aula entre murmullos chismosos, Atsushi y Ryounosuke se acercaron con cautela para observar bien al profesor.

—Dazai-san... ¿Está bien? —preguntó Nakajima con sincera preocupación.

Por otro lado, Akutagawa sacó sus propias conclusiones y se mantuvo en silencio mientras observaba y escuchaba la interacción entre su novio y el profesor que se había ganado su admiración.

Dazai sonrió levemente. Con bastante cuidado para no estirar la piel de su labio.

—Estoy bien, Atsushi-kun ¿Por qué estaría mal?

—Porque... tu labio se ve bastante herido.

—¡Ah! ¡Esto! —exclamó mientras apuntaba hacia su herida—. Realmente es lo mínimo que me esperaba.

—¿Fuiste a visitar a Chuuya-san?

La falsa expresión desinteresada de Dazai cayó ante esa pregunta. Por lo que simplemente soltó un suspiro y con la mirada derrotada y la voz suave preguntó:

—¿Cómo llegaste a esa conclusión, Akutagawa-kun?

El mencionado se encogió de hombros y con la calma que lo caracterizaba, le respondió al más alto.

—Una vez alguien entró al estudio e intentó que le diéramos el dinero de la caja registradora. Chuuya-san lo golpeó tan fuerte que le rompió el labio justo en aquella misma zona —habló refiriéndose a la herida de Dazai.

Cuando Osamu procesó lo que había escuchado, no pudo evitar soltar unas carcajadas. Ambos estudiantes lo observaron con curiosidad, asombrados por esa extraña reacción.

Sobre todo Atsushi, quien conocía a Chuuya y creía que a pesar de la fuerte personalidad del pelirrojo, este era una persona muy cálida y comprensible. Estaba lleno de dudas, partiendo por el detalle de que no tenía previo conocimiento sobre el hecho de que Dazai y el jefe de Ryounosuke fueran conocidos.

Dazai detuvo sus risas entre quejidos de dolor causado por las molestas punzadas que se instalaron en su dañado labio inferior.

—Supongo que es hasta donde sus golpes alcanzan —intento bromear con la baja estatura de Chuuya. Aunque su expresión era una de pura nostalgia y anhelo.

Algo que Atsushi y Ryounosuke notaron. Aún así decidieron guardar silencio a pesar de no tener ni la más mínima idea de de qué había pasado entre Dazai y Chuuya.




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Dejó caer su cabeza hacia atrás. Ocupando el frío y duro material de la lápida como soporte.

Dazai disfrutaba de la sombra que le proporcionaba el gran y frondoso árbol que había a un costado. Era pleno septiembre, y la entrada al otoño había pintado las hojas de amarillos, rojizos y marrones, las cuales caían poco a poco con cada brisa que atravesaba el lugar.

Tintas en Primavera - Soukoku - FinalizadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora