Egoísmo y agujas

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Recuerda que muchas noches, durante muchos años, intentó describir cómo se sentía cada vez que pensaba en cómo podía pedirle disculpas a Chuuya.

«Se siente como si estuviera en un gran barco hundiéndose en medio del océano, y lo único que tengo para intentar solucionar aquel problema y sacar toda el agua que entra, es un pequeño vaso. Por más que lo intente desesperadamente, el agua terminaría entrando y el barco terminará por hundirse».

Por más que ideara escenarios en su cabeza sobre cuál sería la mejor forma de disculparse con el pelirrojo, sentía que cualquier cosa que dijera, y cualquier acción que hiciera, no serían suficientes para enmendar sus errores. Nunca tendría los medios suficientes para resolver aquel problema.

Se sentía incapaz de hallar una manera de demostrarle a Chuuya lo arrepentido que se sentía.

Se sentía tan miserable y poco digno, que incluso sentía que ni siquiera era merecedor de dirigirle la palabra a Chuuya.

Y por ende, lo dejó pasar.

No porque sintiera que el tiempo lo arreglaría o lo borraría todo, no.

Sino porque dio por perdida la posibilidad de volver a aparecer en la vida de Chuuya. Y por años, Dazai deseó de todo corazón, que por favor Chuuya lo hubiese olvidado.

Esperaba... no, ansiaba ser odiado por la persona a quien más había amado en su vida. Ansiaba que Chuuya realmente no lo hubiese amado lo suficiente como para retomar rápidamente su vida.

Ansiaba que Chuuya no le diera demasiada importancia a un romance que había comenzado a sus tiernos dieciséis años.

Lamentablemente, cuando Dazai decidió volver a Yokohama, y se enteró que Chuuya seguía viviendo en aquella ciudad, se vio obligado a intentar concretar una conversación con el pelirrojo.

Porque era inevitable que en algún momento se volvieran a encontrar.

Dazai solo quiso adelantar lo inminente.

Pensó que tal vez así le ahorraría futuras malas sorpresas a Chuuya.

Tal vez el pelirrojo realmente no lo había amado lo suficientemente y rápidamente había llegado alguien mejor que él a ganarse el bonito corazón de Chuuya.

Tal vez Chuuya solo se reiría de la importancia que le había dado Dazai a un simple romance de estudiantes.

O tal vez lo odiaría a tal punto que le gritaría y lo golpearía y le diría algunas cuantas maldiciones.

Para sorpresa de Dazai, su encuentro con Chuuya fue una combinación de todo lo anterior pero en diferentes niveles.

Chuuya había encontrado a alguien mucho mejor que el Dazai del pasado y del presente.

Chuuya le había dicho explícitamente que no tenía tanta importancia y que no se echaría a llorar por una relación que formaron cuando eran jóvenes e ingenuos.

Y por supuesto, lo primero que recibió Dazai de parte de Chuuya, fue un buen merecido golpe en la cara. El cual había dejado su labio roto durante días.

Estaba bien. Dazai podía lidiar con eso. Su mente ya se había imaginado todos esos escenarios e incluso algunos mucho peores. No obstante, lo que no le gustó para nada, y que inclusive había descartado desde un principio, fue ver que Chuuya había quedado realmente afectado con su desaparición.

A pesar de las palabras y las acciones del pelirrojo, y a pesar de todos los años que habían pasado, él aún podía leer ciertas conductas de Chuuya. Y sabía que el daño que le había hecho había sido más de lo que Dazai había imaginado.

Tintas en Primavera - Soukoku - FinalizadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora