Capítulo IX (Todo cambió)

4 0 0
                                    


Para la fecha contaba yo con 25 años, casi 26, sentía que mis responsabilidades habían aumentado unos 30 años, es decir, mi vida había cambiado de la noche a la mañana a la vida de una persona de casi 50 años o más.

De pronto debía yo estar pendiente del mercado, de las cosas de la casa, de todo el presupuesto, del auto que empezamos a compartir, y también de las cosas personales de ambos y de nuestras familias.

Ella entró en un modo de relajación en el que descuidó todo y sintió que ya no debía seguir esforzándose por nada, mientras yo estuviera ahí.

Sucedió lo que podía suceder en una situación así, tras unas pruebas de farmacia, un positivo anunciaba la extensión de nuestro amor.

Un nuevo e increíble acontecimiento sucedía en torno a nosotros, en torno a mí y era el nacimiento de mi primer hijo, todos los cambios hormonales que surtió el embarazo en ella fueron en unos casos típicos según el médico de control y en otros caso pues perjudiciales para nuestra convivencia.

Ya el afecto se redujo, las muestras de cariño rápidamente se fueron acabando, todo se volvió rápidamente muy monótono y rutinario, lo que al principio había comenzado en muestras de amor espontaneo, ya parecían molestias y hasta un día llegó a alejarme con sus brazos para que yo no me acercara a ella.

El doctor, quién había sido el mismo que atendió mi llegada a este mundo, y había controlado todo el embarazo de mi madre, se reía y me comentaba que muchas de las cosas que sucedían eran normales.

Recuerdo haber llegado feliz un día a casa, tras comprarme dos polos, y en seguida mi amor los vio en la bolsa, salió corriendo con unas nauseas reales, me dijo que por favor no le mostrara esos polos, porque sus colores le daban grima y la hacían sentir mal, los guardé y a los días no los vi más.

Mientras fueron aumentando los meses de embarazo, la situación se tornó más incómoda, pues ya ella requería asistencia y su madre llegó a casa para brindarle apoyo, el encuentro de culturas tan diferentes, una de la ciudad y otra del campo, se volvió cada vez más insostenible.

No me provocaba dormir o comer, o hacer nada en casa, y mientras más tiempo estuviese yo afuera mejor me sentía, las cosas puertas adentro habían cambiado mucho, con nuevas dinámicas, y nuevas costumbres, con un embarazo avanzado y un país cada vez peor, ya yo me sentía como un extraño en la propia casa de mi abuela.

Hubo varios episodios de devaluación hacia a mí, que me hacían sentir insuficiente o incapaz, y aquel joven que había atravesado el continente con todos sus sueños y proyectos, con reconocimientos y metas, ahora no era más que un señor casero, ocupado de actividades domésticas que me correspondían y otras que no me correspondían, en medio de un ambiente cada vez más campesino y ajeno a mis usos y costumbres.

Mi familia al ver todo eso se fue alejando de a poco, mis amistades me advertían ciertos cambios si se quieren negativos que veían en mí, mi evidente aumento de peso, mi pérdida tan repentina de cabello, mi mal humor y mi renuncia casi total a mis proyectos eran alarmas o banderas rojas que anunciaban que algo no andaba bien.

Decidí por el bienestar del ser de luz que venía en camino y tras tantas responsabilidades adquiridas recientemente, abandonar la docencia, y alejarme de todos mis proyectos para buscar uno o dos trabajos de oficina estables y que dieran mejores ingresos para nuestro hogar.

Así terminé tomando cursos y especializándome en ventas, para trabajar en una empresa panameña que vendía software avanzados en toda Latinoamérica, y por supuesto con un sueldo muy diferente al de la docencia.

Lo que para todos parecía un avance, para mí no era sino un enorme y frustrante retroceso, en menos de dos años me convertí en una persona que no se parecía en nada a mí.

Quedé sin auto porque mi amor estando embarazada sufrió un accidente manejándolo y decidió entregarlo a un mecánico del ministerio dónde trabajaba, que supuestamente era muy diestro y famoso en reparaciones de ese tipo.

Pues aquel afamado personaje, terminó por desvalijar y robar por partes el auto...

Algo sumamente inesperado para mí, empezó a ocurrir dentro de casa, de repente empezaron a aflorar sus simpatías para con la dictadura y los beneficios económicos que obtenía ella en el ministerio dónde laboraba.

A eso hay que sumarle las circunstancias políticas que buena parte del sector que yo apoyé empezó a incurrir como casos de corrupción, incoherencias, entre muchas otras cosas que hicieron que nosotros quienes fuimos una exitosa oposición, pasáramos a ser un grupo de líderes dirigentes todos reprochables y condenables. 

Un Milagro IndeseadoWhere stories live. Discover now