Una canción de Navidad

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Esta historia comienza la mañana del 23 de diciembre, primer día de vacaciones por navidad y año nuevo. Nuestros padres están trabajando, como de costumbre. Mi hermana Johana y yo estamos decorando el árbol solos, igual que el año pasado. Me decido a contarle a la pequeña lo que me tiene de los nervios desde ayer.

-¿Recuerdas la chica del instituto de la que te hablé hace poco?- rompo el silencio.

-¿La porrista a la que le pediste una cita y te rechazó porque está centrada en sus cosas? Sí, me acuerdo- para ser menor que yo habla mejor que muchas de las chicas de mi clase. -Coloca esta guirnalda ahí que yo no llego- hago lo que me dice y continúo.

-Pues, fue la que vino a verme ayer durante la cena. No había ido al cole en esta última semana así que no había sabido de ella desde que me rechazó, hasta ayer.

-¿Por qué viene a tu casa luego de haberte rechazado? ¿Quería los apuntes de clase?- me dice variando la autoridad con el sarcasmo. Se le da muy bien.

-Dice que se siente extraña, y sola, que se equivocó al rechazarme la cita y que le gustaría pasar conmigo la Noche Buena. Realmente, no sé.

-¿Y ese cambio tan repentino? ¿Estará haciendo una apuesta o algo parecido?

-No puedo asegurarlo. ¿Quién entiende a las mujeres?

-¡Yo! ¡Yo soy lista y los entiendo a todos! Pero los adultos se complican porque quieren, y los jóvenes más aún- tiene razón, relamente es muy lista.

-Me dijo que vendría nuevamente esta noche. Quiere que hablemos de mañana- comento más emocionado de lo que me conviene.

-Me vas a dejar sola en Noche Buena?- me parte el pecho escucharla insinuar algo así.

-Sabes perfectamente que no- me niego a pensar que realmente crea que la abandonaría.

-Bueno, tú solo procura tener cuidado con ella.

-Lo tendré, hermanita- le beso la frente y continuamos adornando el árbol con los villancicos de fondo.

El día trasncurrió entre videojuegos, la guitarra, unos cuantos cigarrillos y la segunda película de La Bella y la Bestia. Johana guarda todas las películas con temática navideña durante todo el año y solo las saca en diciembre, así que anualmente vemos las mismas. No me molesta. Algo tenemos que hacer.

***

Estaba arrecostado a la ventana de mi cuarto, escuchando música y acariciando a Shiro, la gata de la familia, cuando una silueta en el umbral de la puerta me expulsa de mi ensimismamiento. Era Melínoe. Mi hermana sabía que la esperaba: la abra dejado pasar ella. Estaba guapísima. Tenía su cabello largo y rubio despeinado, llevaba una blusa blanca de manga larga y cuello de tortuga, una saya plisada de cuadros negros, verdes y rojos, unas botas hasta las rodillas y unas mallas que cubrían el resto de sus piernas.

La saludo en pocas palabras y la invito a pasar. Ella parece levitar dentro de mi habitación hasta que se sienta cerca de mí, junto a la ventana. Shiro reacciona arisca a la nueva compañía y se apresura fuera del cuarto. Luego de un incómodo silencio, le pregunto:

-¿Por qué te llamas Melínoe? -Esa no era realmente la pregunta que quería hacer. Ella arquea las cejas extrañada y divertida.

-Pues, Melínoe es el nombre de una de las hijas de Hades y Perséfone, ¿los conoces?

-Sí, claro. ¿Te cuento un secreto? -asiente-. ¿Ves esa puerta de ahí? -señalo la puerta del closet-. Pues conduce al Inframundo. Todos los martes tengo partida de poker con Hades y Perséfone. Apostamos años de vida. Realmente tengo 54 años pero me ves así de joven porque gané un par de veces -Melínoe sonríe-. También jugamos al ajedrez -yo intento que su sonrisa perdure un poco más-. Siempre pierdo contra Perséfone pero le suelo ganar a Hades.

Mi única Noche Buena con MelínoeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora