Capítulo 7: El descanso de los muertos

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CAPÍTULO 7: EL DESCANSO DE LOS MUERTOS

El hermano de Alaria estaba liderando una horda de muertos vivientes de las tierras del nigromante Belazar. ¿Por qué razón alguien de los Cazadores de Vientos iba a emprender semejante cruzada destructiva? A todos los miembros de los Phantom les asaltaban las dudas y no podían quedarse sin llegar al fondo de la cuestión.

Drew: Señor Kandelz, ¿le importaría hablarnos del hermano de Alaria?

Kandelz dudó por un momento y suspiró

Kandelz: Esta bien, pero será rápido. Debo guiar a mis hermanos a la guerra y preparar un plan de ataque junto Alaria y sus cazadores.

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Antiguamente la ciudad de Sal’Irah estaba construida en la tierra y gozaba de gran prosperidad gracias al comercio de las otras ciudades de magos de Endalar. Sin embargo, a diferencia de las otras razas de magos, los cazadores de vientos, también conocidos en aquel entonces como Taralim, no buscaban el conocimiento, sino el poder y el control de la tierra.

En aquel entonces todas las razas se preguntaron porque a una raza con ambiciones de conquista se le permitía vivir en Endalar. El archimago Arcan y el consejo de los 12 iniciaron un intenso y largo debate sobre los Taralim y sobre si eran necesarios en este paraíso sagrado. El debate duró 2 años y estuvo cargado de opiniones dispares que iniciaron las primeras chispas del odio en nuestro mundo.

Las razas ya no confiaban las unas en las otras y poco a poco cada una se fue encerrando en su territorio buscando el conocimiento a su manera y practicando sus artes mágicas de manera independiente. Todos excepto los Taralim, que se dedicaban a la investigación de encantamientos de armería para imbuir sus armas para el combate.

En aquel entonces el Rey de Sal’Irah, el difunto padre de Alaria, solo se preocupaba por sus planes de conquista. Tuvo dos hijos, Adriel y Alaria, pero cada uno tomó caminos diferentes. Adriel siguió los ideales de su padre mientras que Alaria creía que lo mejor era estudiar las artes mágicas del pueblo y desarrollarlas para prosperar.

Al cabo de 2 años más, llegó el tan temido día. Los guerreros Taralim cargaron contra las demás razas de Endalar en busca de dominar todo nuestro mundo. Todos los archimagos coincidieron en que esto era un acto vergonzoso e imperdonable. Endalar se había creado para huir de esa actitud autodestructiva de los humanos y ahora se enfrentaban a una raza que había perdido la razón.

La guerra fue relativamente corta. Solo hicieron falta 3 meses para hacer retroceder al enemigo. Todas las razas de Endalar lucharon contra los Taralim, incluso el archimago representante del pueblo Talarim se rebeló contra su propio pueblo por empezar ese conflicto sin sentido.

Al ver que estaban perdiendo, el Rey de Sal’Irah se fue con sus dos hijos a las tierras de Belazar, más concretamente a la montaña de las almas errantes. Alaria estaba totalmente en contra de la actitud de su padre pero Adriel lo seguía ciegamente. A pesar de los esfuerzos de Alaria por detenerlo, no hubo manera de que cambiara de parecer.

Cuando llegaron a la montaña de las almas errantes se dirigieron directamente a la cripta subterránea que yace en las profundidades de la montaña. Un lugar tétrico, rodeado de lava oscura, donde solo se escuchaban los gritos de las almas que habían quedado allí atrapadas.

El hedor a muerte era insoportable, las telarañas abundaban por todas partes y cientos de esqueletos y cadáveres en descomposición adornaban las paredes de aquel santuario de la muerte.

El padre de Alaria leyó el en libro de Belazar los oscuros secretos que albergaba ese lugar. Según las experiencias del nigromante, el señor de los muertos habitaba en aquel lugar y recogía las almas tanto de Endalar como de la superficie. Asimismo, a cambio de algo importante podía conceder deseos a aquel que lo llamase, y eso es precisamente lo que el padre de Alaria quería hacer.

Dan'thil: El último linaje de magosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora