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Martes 11/01, 06:00 AM

¿Cuántas horas habían ocurrido desde que se sentó en aquella silla?
Su agotada mirada, por fin, se despegó del monitor y refregó de los mismos con el dorso de su mano, no quería observar nunca más en su vida números, pero lastimosamente debía volver a verlos; es su trabajo después de todo.

Estar en el área de finanzas y marketing nunca fue su sueño, pero a qué más podía aspirar.
Su abuelo falleció, sus padres ya eran mayores como para darles problemas económicamente, tenía que mantenerse de alguna u otra manera.

— ¡Veo que están trabajando eficientemente! — apareció el molesto gerente de departamento, la chica solo quería morirse ahí mismo a tener que escuchar sus discursos llenos de ironía. — Es momento de que puedan retirarse a sus hogares, ¡han trabajado demasiado!

"Por fin..." Pensó aliviada la mujer, pero la mirada de aquel odioso hombre se posó en ella y todas sus esperanzas de poder tocar su mullida cama se esfumaron.

— Señorita Skyhigh, usted todavía tiene trabajo el cual hacer.

— ¿Cómo cual...? — fingiendo ser lo más tranquila posible, fémina contestó. Pero en su interior solo existía la palabra odio. — Que yo recuerde, he completado todos los informes que me pidió, revisé la tasa de valores y coticé cuales eran los productos más demandados para realizar el catálogo...

— ¡Oh, agradezco que haya realizado todo eso! Pero debe organizar estos documentos, luego de ello podrá irse. — y como si se tratara de un costal de papas siendo dejando en el suelo, el gerente dejó una columna de documentos y carpetas en el escritorio femenino. — Nos vemos luego, señorita Skyhigh. ~

Una vez el hombre malicioso se retiró, la asalariada observó a todo el mundo en busca de ayuda, pero estos desviaron sus miradas y arreglaron sus cosas con prisa para irse a sus hogares.

Ah... esto apesta, estaba sola y con un montón de papeles que organizar.

— . . . — bufido soltó, la mujer solo ahogó su furia golpeando con fuerza el escritorio y llevó su atención a clasificar papeles. — Esto es una mierda...

Martes 11/01, 15:00 PM

Llegó la hora de almuerzo, no había dormido nada y sentía que sus ojos se cerrarían para siempre en cualquier momento.
Ahí estaba sentada en la cafetería nueva que abrió cerca de su lugar de trabajo mientras trabaja de mantener la compostura, camarera se acercó a la asalariada para preguntar si estaba bien, pero mujer se adelantó.

— Ah... ¿está para tomar la orden, cierto...?

— O-oh, ¡sí! ¿Qué va a ordenar? — la camarera sintió lástima por ella, pero por otro lado se alivió de haber encontrado este trabajo, sino estaría como la mujer que estaba atendiendo.

— Quiero un café espresso bien cargado, por favor...

— ¡A la orden! — tras tomar el pedido, la camarera se retiró y dejó sola a la oficinista, ésta volvió a su misión de no dormirse mientras seguía con su trabajo en la computadora portátil.

"Quiero dormir, quiero irme a casa... quiero vacaciones, quiero asesinar al gerente... quemar el edificio, moler a golpes al gerente con la silla... sí, estrellar su enorme cabeza contra el teclado con es mala idea..." Sus pensamientos poco a poco se iban transformando en planes para acabar con la vida de su superior, tan ensimismada yacía en sus pensamientos que no se dio cuenta cuando el grupo de adultos la observó.

— Mira, mira, se parece a nuestro Seb... ~ — comentó la de hebras violetas, obteniendo un gruñido por parte del aludido y una enorme carcajada por parte del rubio.

— Qué escandalosos... — murmuró para sí misma la mujer asalariada, levantándose de su posición para dirigirse al baño. No quería socializar con nadie, solo con la camarera que traería su pedido.

El de hebras moradas frunció el ceño mientras sujetó del mismo; habían espantado a la asalariada los sin neuronas de sus amigos.

— Hey, par de imbéciles; espantaron a la mujer. — tras escuchar aquello, tanto Abigail como Sam se sintieron culpables y suspiraron.

— Aaaaawwn, que mal... — se quejó la única mujer del grupo, llevando sus manos a sus hebras y apoyó la cabeza en la mesa.

Por otro lado, el rubio yacía disculpándose con la fémina como si su vida dependiera de ello y el programador seguía observando la mesa donde se encontraba aquella desgastada mujer.

— Ya vengo. — comentó el mayor de los tres, levantándose de su asiento y dirigió al baño.

Era estúpido lo que haría, ¿ir al baño por esa mujer? Claro que sí.
Cuando dirigió hacia el lugar que contenía las puertas de los respectivos baños, el de orbes amatistas se quedó inmóvil observando la puerta del baño de damas. Cualquiera que lo viera pensaría que entraría a ese lugar, pero solo estaba esperando a la dicha mujer blanco de su grupo.

Como si su mente la llamara, la chica salió del baño y topó con el programador, pero por culpa de las horas faltantes de sueño y sumado a que no tenía suficiente energía en su cuerpo, mujer se tambaleó en su posición tras el impacto para finalmente perder el equilibrio. El adulto se sorprendió ante el estado de la mujer, estaba igualita a él cuando quedaba varios días en vela a causa de su trabajo.

Sus hábiles tomaron el cuerpo femenino por reflejo, gracias a ello salvó a un semi cadáver de su pobre destino contra el suelo.

— ¿Nh...? Ah, gracias... — murmuró la mujer, sujetándose del más alto para ponerse de pie y agradeció con una leve inclinación. — Y perdón, espero no haberle provocado tantas molestias...

— Nah, descuida. ¿Estás mejor?

— Sí, gracias nuevamente...

Ambos se quedaron en un silencio incómodo, uno no sabía como sacar tema ya que era malísimo hablando con mujeres que no sean Abigail y la otra estaba demasiado cansada para hablar.

Sin mucho más que decir, la mujer se inclinó una vez más y se dispuso a retirarse, pero la voz del foráneo la detuvo.

— Tú nombre, cuál es.

— Uh... Mi nombre es Antonette, un gusto... ¿y el tuyo?

— Sebastian.

— Muchas gracias por lo de antes, Sebastian...

Movimiento de despedida realizaron ambos, el mencionado solo pudo quedarse contemplando a la asalariada que volvía (como podía) a su asiento.

— Es bonita.

— ¡¿. . .?! — ningún ruido salió de la sorpresa por parte de Sebastian, quien habló fue Sam que yacía observando desde una esquina la escena.

— ¡Te irá bien! Eres apuesto, señor penumbra.

— Vete antes de que entierre tu cabeza en el escusado.

Entre risas y gruñidos el par volvió con su amiga, por parte de Antonette, fémina yacía muriendo con su café mientras la camarera marcaba nerviosa a urgencias.

Entre risas y gruñidos el par volvió con su amiga, por parte de Antonette, fémina yacía muriendo con su café mientras la camarera marcaba nerviosa a urgencias

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⏰ Última actualización: Dec 17, 2021 ⏰

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𝘈 𝘤𝘶𝘱 𝘰𝘧 𝙝𝙖𝙥𝙥𝙞𝙣𝙚𝙨𝙨 ━┈ SebastianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora