-Coge a los críos - dijo Alex.
Con la misma sutileza que un elefante saliendo de puntillas al segundo Alex no estaba ya por ninguna parte y ella tenía a los dos nenes encajados en las curvas de su cadera.
-Joder, oléis que apestáis, seguro que os habéis vuelto a cagar y vuestro padre ha salido pitando.
Megan echó un vistazo por encima de la cabeza de uno de sus sobrinos para ver si Tiara, madre de los pequeños, estaba por alguna parte.
¡No iba a cambiar la mierda de los pañales!
Resignada suspiró.
Los padres se habían dado a la fuga seguramente para darse un poco de amor en algún dormitorio de la casa y ella se había quedado con la encomiable tarea de limpiarle el culo a dos bebés de seis meses.
¿Y qué iba a hacer? No iba a dejar a los pobres críos con todo el pastel escociéndoles en el culo. Los miro con ternura. El pequeño Alex tenía uno de los puños en su boca y lo chupaba con devoción. La pequeña Tiara miraba con curiosidad su gargantilla y tenía toda la intención de quitarle uno de sus pendientes.
Megan no pudo evitar la carcajada. Eran, de verdad, adorables aunque en aquel momento olieran a infierno. Con resignación los encajo mejor en sus caderas y dijo:
-Vamos a limpiar esos culitos.
Iba mirando a los pequeños cuando sintió el impacto.
Unas manos la agarraron de la cintura para que no cayera al suelo con los pequeños y dijo:
-¿Estás bien, carina?
Y ahí estaba él.
El hombre más irritante del mundo.
Escucho la carcajada de su sobrina Tiara. No le extrañaba. A ella Luca Rossini también le producía esa sensación. Una mariposa aleteando su estómago, un parpadeo nervioso, unas manos temblorosas y la inquietante necesidad de salir corriendo cada vez que estaba en su presencia.
En algún momento su prima Tiara había decidido que Luca, su mejor amigo y socio de su esposo Alex, era un gran tipo para Megan. Ni corta ni perezosa había concertado una cita a ciegas para ambos, ignorantes de que se iban a encontrar el uno al otro. Ya se conocían y según Tiara, por los ojos del italiano saltaban chispas cada vez que miraba a su prima Megan.
Megan no estaba tan segura. Tuvo que reprimir en numerosas ocasiones la reacción que Luca Rossini le provocaba. Era algo muy incómodo, sobre todo cuando esos encuentros se producían en la mayoría de ocasiones en casa de Alex y Tiara, de manera que había aprendido a huir de su elegante rostro de facciones viriles y perfectas, de su mandíbula cuadrada, de su frente amplia, del cabello oscuro con melena, de la inagotable altura que dominaba a todo el mundo en su presencia, de las piernas largas y de sus hombros anchos.
Ningún hombre en su vida le había provocado tal deseo.
De hecho, ningún hombre en su vida le había provocado antes aquellos deseos de entregarse a una noche de amor sin pensar en las consecuencias. Como tal, prudente y sabia, no tenía más remedio que esquivarle. Y cuanto más le esquivaba ella, más crecía en interés de Luca. Sus miradas eran penetrantes, profundas, fijas, imposibles de ignorar. Era lo que más le costaba a Megan, huir de los ojos oscuros que parecían saberlo todo de ella con una mirada.
La cita había sido un completo desastre a pesar de que Luca se había esforzado por hacerla sentir cómoda. Ella había sentido las ganas de salir corriendo desde el minuto uno, coronado por un balbuceo que la había hecho parecer una estúpida ante sus ojos. O eso pensaba ella. Desde luego Megan estaba muy lejos de adivinar que a Luca aquel balbuceo nervioso le había parecido encantador.
-¿Estás bien , principessa? - Volvió a preguntar él.
-Todo bien - dijo colocándose al niño más pegado a su pecho. - ¡Qué raro que tu estés en una fiesta de mi prima Tiara! - Dijo irónicamente.
Luca enarcó las cejas en un gesto escéptico. Sabía que Megan siempre había dudado de la amistad entre ella y su prima Tiara, sin embargo, nada más alejado de la realidad. Quería a Tiara con auténtica debilidad pero solo fraternalmente, y apreciaba a Alex como a un hermano.
-Si quieres acusarme de algo, preciosa, ten en valor de hacerlo de forma que pueda defenderme - dijo Luca sin perder la sonrisa aunque Megan sabía que si había un desafío dialéctico él lo abrazaría encantado.
-De ninguna manera, solo que es tan hermoso ver cuánto quieres a mi prima que me conmuevo - de nuevo Luca captó el tono irónico de su voz.
Sin mediar una palabra más Megan colocó a los pequeños en los brazos de Luca. Este los acogió sin ningún tipo de aspaviento. Incluso pareció disfrutar de la calidez de los pequeños en su regazo.
Megan se sintió conmovida y lucho contra esa sensación:
-Se han cagado. Haz el favor de limpiarlos que yo tengo que buscar a mi prima.
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Bájame la luna
RomanceMegan tiene todo lo que cualquier mujer joven de su edad puede soñar; es rica, sus lienzos se exponen en los museos de arte de las ciudades europeas, es guapa, alta y delgada...lo tiene todo. Sin embargo en su interior late el deseo de encontrar alg...