(6) "Mientras yo exista no podrás caer, Astrid."

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Malik Schneider

Alguien tira mi cuerpo al suelo — ¡maldita sea! — gruño abriendo los ojos. — No duermas en mi cama, gilipollas — escuchar la voz de Astrid sería un bello despertar si no me estuviera gritando como loca.


— ¡Estás loca! — me levanto del suelo buscando su mirada, al conectar con ella se empieza a carcajear. Por suerte no esta enojada sino que se cree payaso de circo. — Loca de mierda — vuelvo a tirar mi cuerpo a la cama cerrando los ojos, hace años que no duermo más de dos horas seguidas y hoy que lo he logrado esta mujer me lo interrumpe.


Abro lentamente un ojo dudando en lo que este haciendo y antes de lo previsto ya ha aterrizado sobre mi — Mierda. — comento intentando llevar las manos a mis testículos, sin pensarlo empujo a Astrid.


Escucho su golpe seco sobre el suelo — ¡Joder, estás embarazada! — me levanto rápidamente olvidando el dolor. Su cuerpo ni siquiera llego al suelo porque ya tenía las manos sobre el, se echa a reír como si fuera lo más gracioso del mundo. — Si que estas malditamente loca — llevo las manos a mi cabello y lo acaricio respirando hondo.

***

Astrid

Tomo asiento frente a la heladería, Drit, como se hace llamar mi nuevo guardaespaldas toma asiento frente a mi. — ¿Señorita Astrid que desea? — pregunta tomando el menú.

— Pero si a fin de cuentas elegiremos entre helado si y helado no — suelto una pequeña risita — Ya entiendo, no quieres helado — chasquea la lengua dando por finalizada la conversación.

— Eh, Eh. Mi helado que sea de chocolate, por favor — asiente y levanta la mano llamando al mesero, este se acerca y sonríe amablemente — Un helado de Chocolate para la señorita por favor — ojeo al chico, anota sin quitarme ojo de encima.


— Bueno Señora Schneider — todos fruncimos el ceño en el momento que Yak me llama así. El camarero traga saliva y se retira rápidamente. — ¿Qué fue eso? — pregunto con intriga hacia el apodo que me puso.

— Mi misión es mantenerla con vida y fuera del alcance de cualquier gilipollas que ponga los ojos sobre la mujer del jefe. Considérelo una bonita bienvenida a la mafia. — apachurra mis mejillas y las suelta cuando llegan los helados.


Frunzo el ceño al observar al hombre frente a mi, busco por todos lados al joven que estaba antes. Pongo la mano sobre el señor antes de que se vaya — ¿Y el chico? — pregunto con intriga, coloca sus manos sobre las mías y sonríe.

— Su turno ha terminado — las arrugas de debajo de sus ojos se hacen notable cuando sonríe tranquilamente. — Creo que es momento de una separación, por favor — Drit aparta con suavidad mi mano de la del señor.


— Bueno, muchas Gracias — asiento la cabeza en forma de agradecimiento, el señor murmura un "de nada" antes de retirarse, niego mirando a Drit. El ha hecho que el camarero se fuera y me he enojado.

Levanto la cuchara e intento llevarla a mi boca, Drit sostiene mi mano en el aire — Astrid, lo tengo que probar primero — regaña, voltea mi mano para llevar el helado a su boca.

Lo saborea, hace varias muecas antes de hablar — No es mi helado favorito pero está fuera de peligro — suelta mi mano, respiro hondo.

Un hijo entre enfermos mentales +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora