(13) "cuando menos me lo espere me matarás"

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— ¿Por qué no puedes ocupar tu propia habitación? Hay tantas en la mansión y decides dormir en mi cama, con mis sabanas y mi aire acondicionado.

Observo a Malik tan despreocupado, con el cabello revuelto, en bóxer y con las manos en la cabeza — Tengo que cuidar de ti, Astrid. No quiero que seas un peligro para el bebé y también quiero estar aquí para cuando tengas ganas de follar. He visto que las mujeres embarazadas comienzan a tenerlas después del cuarto mes. Y yo creo que mi polla es muchísimo mejor que cualquier simple consolador.

Ni siquiera me inmuto con lo que acaba de decir, es Malik Schneider, de él se puede esperar todo.

— No vuelvo a follar contigo ni que me paguen billones de dólares.

— ¿Nunca has escuchado el refrán de " Dios los hace y el diablo los junta"?. Fuiste destinada para mí, Astrid. Y mientras más intentes engañar a tu cuerpo y mente, más vas a querer que yo te posee y te tenga cerca. Porque el diablo nos ha juntado.

Trago saliva.

— Jódete, Malik Schneider.

***

Me levanto rápidamente de la cama con dirección al baño, abro la tapa del inodoro y expulso lo poco que había comido en el día. Siento una mano recoger mi cabello a medida que expulso todo, es una sensación un tanto abrumadora y por suerte queda poquito para terminar esta etapa.

— Cuando hablaba de cuidarte no me refería a esto — murmura Malik ayudándome a levantar.

Ruedo los ojos, me suelta y tomo la oportunidad para enjuagarme la boca. — Te dije que podías irte. Llevo haciendo esto mucho antes de acabar aquí contigo.

Me toma desprevenida por el cuello apegando mi cuerpo a la pared — Horas y horas de escucharte hablar mierda ¿No te cansas?, es decir, debe ser agotador palabrear tanto sin obtener una respuesta efectiva. — le miro a los ojos sin dejarme intimidar, no puedo demostrarle que el agarre en mi cuello duele y que tengo ganas de llorar.

— ¡Suéltame! — advierto. — Suéltame o... — golpea con sutileza mis mejillas — ¿O qué? ¿Te vas a poner berrinchuda frente a nuestro bebé? — me suelta.

Respiro hondo pero antes de hacer cualquier movimiento, Malik está detrás de mi sujetando mi barriga con una de sus manos, la otra se posiciona en mi mandíbula obligándome a mirarnos en el espejo.

— A mi bebé no le gustará que pelees con su papá por estupideces sin solución. — Una lágrima se desliza por mis mejillas.

Malditas hormonas.

Sus ojos intensos a través del cristal no paran de examinar mi rostro — ¡Suéltame! — es lo único que soy capaz de articular. — Detrás de esa fachada, todos sabemos que me deseas en este momento. Quieres que yo te toque y termine corriéndome dentro de tu interior.

Baja la mano hacia mi intimidad, reprimo un jadeo de sorpresa — Lo quieres, Astrid. — retira la tela de mis bragas a un lado para masajear mi clítoris.

Maldito Schneider

— Siempre estás lista para mi — suelta una carcajada — Tan buena mentirosa que casi me creo el que no me querías en la habitación. — le miro mal soltando un gemido involuntario.

Un hijo entre enfermos mentales +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora