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Lilián se despertó lentamente, luchando contra un sueño profundo.
Cuando ella trató de moverse, se dio cuenta de que algo iba mal.
Abriendo un ojo, vio a Michele entre sus piernas, manteniendo sus muslos separados y lamiendo la superficie lisa de su montículo.
Luego descubrió que sus manos estaban esposadas y una vez más atadas a la cabecera. No estaba segura de si debía reír o decir gracias.
-Hola.- fue lo que finalmente dijo.
- Hola a ti también.- Él desvió sus ojos a las esposas.- No quería que te despertases e hicieses algo que interfiriera con mi tarea.
- ¿Tu tarea?
- Uh huh.- Tenía el pequeño juguete otra vez, zumbando contra sus labios mientras él hacía perezosos movimientos con su lengua en la longitud de su raja.- Estoy muy ocupado.
- ¿Ah sí?.- Su voz se quedó sin aliento.- Pensé que mi fiesta de cumpleaños había terminado.
- Esto es algo así como el glaseado que se pone en el pastel, dulzura. Además, me desperté deseoso de saborearte.- Él volvió a lamerla.- Lilián Toscano, tienes el más bonito y sabroso coño que he visto nunca. Me estoy volviendo adicto al gusto de los albaricoques. Y tu pequeño clítoris, sigue estando tan hinchado como anoche. Con solo mirarlo me pongo duro.