Cap 2. Juguemos a un juego

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ENMA
Desde su contestación no volví a abrir la boca. Mi mirada no se despegaba del vaso que tenía delante para no impactar con sus fríos ojos grises. Hasta que escucho una voz ya conocida para mí.
-Bueno, ¿ahora me toca preguntar a mí, no, principessa? -dijo en un español muy fluido, que hasta a mí me extrañó.
-¿Qué? -es lo único que pudo emitir mi boca tras el impacto que causaron en mi sus palabras en español.
-Lo que dije, que ahora me toca hacerte a ti dos preguntas, es así como va el juego -dijo con un tono juguetón.
Yo estaba totalmente desubicada y mis palabras se agolpaban en mi garganta pero no las dejaba salir. Él al ver que no me iba a negar a sus preguntas empezó a hablar.
-Y bien principessa, ¿cómo te llamas? -preguntó en tono curioso.
Yo no contesté porque estaba muy impactada, si era capaz de hablar tan bien el español eso significa que pudo entenderme claramente cuando le contesté borde ¡Qué vergüenza! (Nota mental: Pedirle al camello de confianza un poco de dignidad y si me hace un descuento, podría darme un filtro, y así el 90% de mis problemas estarían resueltos).
Mi burbuja de pensamientos fue interrumpida por una persona aclarándose la garganta. Por acto reflejo me giré e hice aquello que había evitado con tanta ansia antes, mirarle a los ojos.
-¿Qué te pasa, te comió la lengua el gato? -dijo en tono socarrón.
-Mi nombre es Enma -dije manteniendo un tono seguro -Y por cierto, ya perdiste tus dos preguntas.
Ante su mirada de desconcierto decidí volver a hablar con tono aún más socarrón que el suyo.
-No, no me comió la lengua el gato, no ves que te estoy hablando.
Después de mi contestación, él en vez de extrañarse más, se carcajeó en voz alta y sin ningún reparo, podría jurar que si no fuera por la música su voz resonaría por todo el local. Yo extrañada de su reacción decidí caer en su juego.
-¿Por qué te estás riendo? -pregunté desconcertada .
Él respondió casi al instante, lo cual me pareció raro, porque no lo voy conociendo de una hora y ya sé que de los habladores no es, es más de esos que te matan con la mirada en vez de con palabras.
-Porque por fin alguien entendió el juego. Pero no te fíes mucho, yo cree el juego y las reglas, tú lo único que haces es jugar. Siguiendo mi lógica yo siempre gano. Y ahora me debes una respuesta bambina curiosa (pequeña curiosa).
Yo impaciente por lo que me iba a preguntar le insistí con la mirada y como no decía nada decidí hacerlo con palabras.
-Y tu pregunta es...... -dejé la frase a medias a ver si con suerte la seguía.
Lo único que recibí de vuelta fue una amplia carcajada, más corta que la anterior, y después se dignó a hablar.
-Ya lo sabrás principessa, que sino el juego no tendría gracia, por lo menos no para mí -dijo con un aire misterioso y una pizca de superioridad -Pero creo que hasta aquí llegó nuestra conversación Enma -dijo remarcando mi nombre a final de frase.
Después de decir eso dejó un billete sobre la mesa y se fue. Tardé tres segundos en girarme y reconocer su espalda entre la gente que se agolpaba en el centro de la pista, hasta que lo vi desaparecer. Yo estaba a punto de hacer lo mismo que él. Levantarme e irme, pero de pronto una cabellera rubia muy conocida para mí venía en mi dirección, la de mi mejor amiga. Cuando Jess me vio vino corriendo con la cara de "mascota perdida", justo la misma que pones cuando rompes algo y no quieres que tu madre te regañe. Decidí no contarle nada sobre Damián y ya que no lo había visto me acababa de librar de un interrogatorio. Cuando mi amiga llegó lo único que hice fue echarle la peor de mis miradas. Ella la vio y decidió disculparse.
-Tía por favor no me mires así. No fue mi culpa -se quedó pensativa un instante y prosiguió -bueno, no toda.
En ese momento la poca e inexistente paciencia que tengo desapareció y decidí exponerle mis "preocupaciones" en un tono medianamente elevado.
-Es decir que dejarme en leído y tirada durante una larga hora en un sitio al que tú querías ir desde un principio -la corté antes de que empezara a hablar de chorradas y a intentar convencerme con excusas baratas- no era tu intención.
Ante mi contestación ella decidió agachar la cabeza pero eso no impidió que volviera a hablar.
-Em, de verdad que lo siento, pero mi italiano no es tan bueno como el tuyo y le dije mal la dirección al taxista, y claro, tuve que volver a coger otro para que me llevara a la dirección correcta.
Me lo dijo en un tono que era difícil no creer. Pero mi ira no había pasado del todo pasado entonces volví a preguntar.
-Vale lo del taxi te lo paso, pero ¿porqué me dejaste en leído? -dije en tono seguro, y para marcar más mi enfado continué -Y que ni se te ocurra decir que fue la costumbre porque te juro que cojo mis cosas y me vuelvo a España en el primer vuelo aunque tenga que pagar una millonada.
Jess pareció pensarse la respuesta para no cagarla, cuando pareció tenerla mentalizada, contestó.
-Lo siento, no quería hacerlo, sabia que estarías enfadada y querrías hablar por teléfono en cuanto te contestara. Y mi móvil no tiene apenas batería -dijo mostrándome la pantalla del objeto anteriormente mencionado, donde aparecía un 5% -te pondrías a hablar rápido y a decir cosas por el enfado, no me dejarías hablar, se cortaría el móvil porque la batería se acabaría, te enfadarías muchísimo más, te irías de la discoteca, recogerías tus cosas en el hotel y el próximo mensaje tuyo me llegaría desde España.
Al parar de hablar tomó una gran bocanada de aire. Lo había dicho todo seguido para que a mi no me diera tiempo a protestarle por nada. La mirada de Jess viajó del suelo hacia mis ojos  y luego se posó lentamente en mi vaso que estaba a medias y en el de mi "acompañante".
-Conque limoncello -dice en tono pícaro -Y un acompañante, ¿eh?, querida amiga -dijo marcando la palabra acompañante. Ella levantaba y bajaba las cejas muchas veces con su típica cara que te dice a gritos "qué estuviste haciendo, pillina".
Yo como no me iba a quedar callada le contesté a las miradas que me estaba echando.
-Sí, Jess, limoncello, como pudo ser ron o ginebra -le hecho una mirada desaprobatoria. Si quería llegar a algo con sus "interrogatorios"  no lo iba a lograr, además, no le pienso contar nada de Damián hasta que descubra yo que le pasó para salir corriendo de esa manera. Además necesitaba saber cuál era esa pregunta que se había guardado con tanto recelo -¡Ah! Por cierto que haya un vaso a mi lado no implica nada, que yo recuerde yo no hablé con nadie, ¿recuerdas haber hablado tú con alguien?, ups perdón que tú no estabas.
Con esa contestación di por zanjado el asunto, me gire en mi asiento y le pregunté.
-¿Te apetece algo?
Ella no respondió a mi pregunta sino que su mente de CSI de los maratones de la tele elaboró una pregunta que no me esperaba.
-Em, ¿desde cuando eres socia de la disco?
Me enseñó, lo que se suponía que era el billete que había dejado Damián antes de irse, pero no, era un vale de bebidas por una noche.
-Desde nunca, se lo debió olvidar el que estaba sentado a mi lado antes.
-Vale, pues si él no lo gasta se lo gastamos nosotras, que no se preocupe, que su dinero no se va a desperdiciar.
-Jess, eso estaría mal, mejor la dejamos encima de la mesa, por si vuelve, que la recoja.
-Sí, claro, y que más, él se la ha olvidado. Y lo dice el dicho: "Quien lo encuentra se lo queda" en este caso lo encontramos nosotras y lo vamos a usar.
-Vale -al final acabé aceptando pero guardaría la tarjeta porque tengo la impresión de que lo volveré a ver, y no quiero deberle nada. Así que me tocará pagar todas las copas de mi amiga.
Mientras Jess pedía dos Limoncellos, yo me quedé estática en el sitio mientras que un montón de preguntas sobre esta noche danzaban en mi cabeza, ¿por qué me dejo la tarjeta?¿Cuál era la pregunta que quería hacerme? No tengo ni idea de que es lo que se le pasa a ese hombre por la cabeza, y eso es lo que más miedo me da de todo esto. Jess llegó con los dos vasos, y sacó su móvil, me suelta de repente.
-Estuve guardando este 5% de batería para pasarle por la cara a tu hermano que estamos en Italia, rodeadas de italianos y en la exclusiva discoteca Atenea.
Y así es como le mando la foto a Tyler.

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De 22:30 a 23:30 Jess estuvo bien, pero en el momento que vio que una tía pedía un mojito, se le antojó, uno y los diez que vinieron después del primero.

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Regresamos al hotel sobre las dos de la mañana. No veáis la cogorza que llevaba ya mi amiga, un poco más y deja el taxi vomitado. El pobre taxista se merecía todas las propinas del mundo, ya que Jess borracha es inaguantable. Tan pronto como te empieza a cantar la canción de "Mi carro" de Manolo Escobar, como la más reciente que aparece en la radio. El problema no es la canción, ni mucho menos, es la pronunciación, si es que la hay, o ya por judgar, la entonación de la canción es un puro desastre. Parecía eso un "canto", si es que se puede considerar canción, para invocar al demonio. La cara del pobre taxista era un cuadro, más concretamente el de "El grito". Le dejé bastante propina, la verdad es que conté mal y dejar a Jess sola no era una opción. La dejé durante 5 minutos para darle las gracias al taxista y la muy maja de mi amiga ya estaba entablando conversación con la primera farola que pilló. La agarré del brazo y la obligué a subirse al ascensor. Cuando llegamos a la puerta de su habitación no encontraba su tarjeta-llave para abrir la puerta, me temí lo peor. Ya tan solo imaginar pedirle otra al de recepción. Le diríamos algo como: "Hola, buenos días, nos podría dar otra llave para la habitación 234, es que la perdimos". Yo creo que nos la daría por pena y sin preguntar nada. Pero no, mi amiga la llevaba en el bolso. La puerta se abrió a la primera. Lo primero que vi fue el desorden de mi mejor amiga, tenía toda la ropa desperdigada por la cama y por el suelo, y eso que tan solo habíamos estado unas horas en el hotel. La dejé durmiendo la mona encima de la cama y me fui a la mía a ver si con suerte podría al menos 7 horas seguidas.

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Hasta aquí llega el capítulo 2. Espero que os esté gustando la historia. Me haríais la persona más feliz si comentáis cualquier cosa y si dejáis vuestra estrellita. Gracias :)
¡Nos vemos en el capítulo 3!

Mi principessaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora