En la biblioteca

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—¿Tampoco puede venir hoy?

—No. —Akaashi guardó su móvil en el bolsillo y le dio un trago a su bebida—. El entrenador cree que el rendimiento del equipo ha bajado y les ha puesto actividades extra mañana a primera hora.

—¿Estaba lloriqueando mucho?

—Ya conoces a Bokuto-san. Me ha dejado medio sordo con lo de: «quiero estar allí con vosotros, Akaasheeeeeeeee» —imitó a la perfección.

Ambos se echaron a reír.

Aquellas reuniones de los viernes, que habían organizado los cuatro amigos para seguir viéndose una vez que Kuroo inició sus estudios universitarios y Bokuto fue reclutado como jugador profesional de voleibol, se habían convertido en citas de dos últimamente, pues el antiguo as del Fukurodani siempre andaba con compromisos deportivos o entrenamientos extras, y Kenma tenía streaming prácticamente todas las noches del fin de semana.

Así que, allí estaban Akaashi y Kuroo, tomando algo como cada primer viernes de mes desde hacía dos años, aunque por tercera vez consecutiva sin la compañía de sus dos mejores amigos.

Y, aunque desde que Keiji había ingresado en la universidad el curso anterior y compartía campus con el excapitán del Nekoma —pero no facultad, pues estudiaban carreras distintas—, se veían incluso más a menudo, ninguno de los dos se había planteado cancelarlas.

Quizá por eso, su relación parecía haberse vuelto más cercana.

—Por cierto, ¿qué pasó con lo del trabajo en la biblioteca? —Kuroo se recostó en su asiento, con el vaso en la mano—. ¿Lo conseguiste?

—Sí. Pese a que éramos varios aplicando, parece que tuve suerte —contestó el menor con una amplia sonrisa y visiblemente satisfecho—. Además, el profesor encargado me ha dicho que obtendré créditos extra para mi carrera. Y, si eso no fuera suficiente, voy a poder disfrutar del silencio y estudiar mientras estoy trabajando. —Tomó una brocheta del plato y la miró encantado, después la dirigió hacia su amigo, señalándole con ella—. Incluso puedo echarte si vas allí y montas demasiado escándalo. —Akaashi se llevó el yakitori a la boca y le dio un buen bocado, arrastrando dos trozos de pollo de una vez y cerrando los ojos para saborearlo con deleite. Al abrirlos de nuevo, se encontró con Tetsurō contemplándolo con una sonrisa curiosa—. ¿Qué pasa?

—Pensaba en cómo la gente cree que eres un tipo amable, aunque algo serio, y medio apático.

—¿Qué?

—Me encantaría que te viesen ahora —continuó—, en esta faceta que solo nos muestras a nosotros, emocionándote por tu nuevo trabajo y el pequeño poder que te da, y disfrutando ese bocado de yakitori a ojos cerrados, como si te diera más placer comerlo que una buena mamada. —Kuroo apuró su cerveza—. Hasta te ves sexy.

Akaashi se sonrojó, y no exactamente por las palabras subidas de tono de Testsurō, pues estaba más que acostumbrado a ese vocabulario descarado y a su manera de utilizar referencias sexuales, casi en cada intervención, para molestarlos (aunque al único que conseguía sacar de quicio con ello era a Bokuto, porque Kenma y él no le tomaban el más mínimo interés). Lo hizo porque, en esta ocasión, el adjetivo iba dirigido directamente a su persona.

¿En serio pensaba que era sexy?

Sacudió internamente su cabeza, apartando aquella estúpida idea. No caería en esos halagos con facilidad, ni siquiera por ese ligero aleteo que sentía en su estómago.

—¿Ya estás borracho, Kuroo-san? Que yo recuerde apenas te has tomado dos cervezas.

—Tú mismo te has contestado a la pregunta, Keiji-kun —respondió con sorna—. Dos cervezas no son nada para mí.

En la biblioteca [KuroAka] #HqRareshippfestDonde viven las historias. Descúbrelo ahora