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Lilith de sentó junto a nosotros.

-Si eres Lilith... ¿dónde está la señorita Wardwell?- Lilith quedó en silencio. -¡La has matado!-

-Fue un daño colateral, Sabrina-

-Era mi profesora favorita y la has matado-

-No, no en realidad- dije -Nunca conociste a Mary, Lilith lleva años en su cuerpo... Al principio servía al señor oscuro...-

-Hasta que conocí a Sedna hace unos años- interrumpió Lilith -Yo debía hacer que Sabrina cumpliera la profecía pero no lo hice...- dijo dándome la mano. Zelda miró ese gesto arqueando una ceja -Por Sedna, era y es mi amiga, me hizo ver que mi historia no ha terminado... que mi destino no estaba decidido. Sabrina, Sedna y yo tendremos el trono-

-¿Qué podemos hacer contra el señor oscuro? Es un Dios ¿no?- preguntó Hilda.

-No, no es un Dios y nunca lo ha sido. Es una de sus mayores mentiras, es solo un ángel caído. Es poderoso y no envejece, pero sangra. Conozco sus puntos débiles. Por si queréis saberlos- dijo Lilith.

-¿Cómo lo hacemos?- Dijo Sabrina.

-No tienes poderes... eso es una ventaja, él te cree indefensa pero subestima tu arma secreta, tu familia. Te espera en el altar del bosque, irás sola y sin armas-

-¿Quieres que vaya desarmada?-

-No, irás con otro tipo de armas y tampoco estarás sola- continuó Lilith. -¿Alguno sabe fundir?- preguntó y todos miramos a Ambrose.

Nos trasladamos al taller donde Ambrose nos enseñó el hierro y una especie de daga.

-No sé si lo matará- dijo él.

-No hace falta matarle, sólo distraerlo. Tenéis que hacer lo que os diga, os digamos- dijo señalándome. -Sabrina, debes sucumbir ante él, quedar a su merced. Debes haber que no retiré la mirada de ti. Tiene en las espaldas dos heridas que jamas sanarán. Esa es su zona más débil. Deben darse ahí lo golpes mortales. Luego coges la herradura y lo anclas al suelo. Ambrose lo distraerá y vosotas- Dijo mirando a Zelda y Hilda -Lo apuñalareis con esto- Eran dagas formadas en la cuna del cristianismo.

-No vas a ponerlas en ese riesgo- dije a Lilith.

-Pueden hacerlo- me dijo. Esa misma tarde fuimos al bosque. Todo iba según lo previsto. Lilith y yo esperábamos tras uno de los árboles. Le clavaron las dagas cuando de pronto se las sacó.

-Un plan maestro pero inútil- dijo él -sólo la lanza de Longinos podría matarme- y tras decir eso lanzó las dagas quedando cada una a un milímetro del cuello de Zelda y Hilda.

-¡Para!- dije transportándome frente a él, haciendo que las dos dagas cayeran al suelo.

-¡Sigues viva!- Dijo -Vete antes de que te mate-

-Tú no puedes matarme-

-¿Tú crees?- dije sacando la Lanza de Longinos. En ese momento sus ojos se abrieron y desapareció. Dejé la lanza caer al suelo y corrí a abrazar a Zelda. -¿Estás bien?-

-¿Por qué no le has matado?- me dijo ella.

-No es la auténtica- le dije -Pero esto nos ha dado tiempo. Vamonos- y nos transportamos todos a la funeraria Spellman.

-Creí que funcionaria- Dijo Lilith.

-Y yo, está claro que se ha vuelto más fuerte- Le contesté. En ese momento apareció Prudence con dos chicas transportándose a aquel salón.

INEQUÍVOCAMENTE SUYA (Zelda Spellman)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora