CAPÍTULO 1

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AMY COOPER

Me siento inútil, inservible, ya no sé qué hacer, son las cuatro de la mañana y es el tercer día que no duermo nada y todo por el miedo de levantarme con malas noticias al saber que las cosas no van bien.

Los Cooper nunca han sido la mejor familia, ni mucho menos, pero en el momento en que mi hermana les pidió permiso a mis padres para hormonarse nada ha sido igual, ellos siempre la han mirado con desprecio desde que ella tenía dieciséis (hormonándose a escondidas) y hace una semana cuando cumplió diecinueve años y se operó los pechos, prohibieron la entrada de Lucía a nuestra casa.

- Fernando no me esperaba que llegases tan lejos, pero veo que no sirven para nada nuestras advertencias. – dijo mi madre un poco confundida y asombrada.

- ¡Cuando me llamareis por mi nombre, Fernando nunca existió yo siempre seré Lucía os guste o no! – Contesto mi hermana con los ojos llorosos.

Yo no podía hacer nada, solo tengo 17 años, soy menor de edad y estoy a cargo de mis padres, por mucho que odiase esa situación y verla así no podía hacer otra cosa que llorar por ella.

Mi padre pego un portazo y salió del salón, cuando estuvo delante, aunque no era un hombre extremadamente alto, comparada con ella, ya que el mediría 1,80 y mi hermana un poco más, era bastante corpulento e intimidaba bastante, por lo que ella se desplazó hacia atrás y no pudo contener las lágrimas al escuchar en un ladrido:

- Quería crear a un hombre, pero a cambio me trajeron a esta cosa que encima ha tenido la cara de venir aquí con los implantes esos, que pasa que no te era suficiente ser un tormento que ahora pretendes entrar a mi casa así. – Concluyo con una risa de suficiencia.

Dicho eso mi hermana me miro con esos ojos verde esmeralda, heredados de mi madre, donde puede contemplar un remolino de sentimientos, asombro, confusión e incluso un poco de culpa, ante esto último me recorrió un escalofrió, no quería que pensase que enseñarse como es era algo malo, por lo que negué con la cabeza para despejar esos pensamientos y gesticule un "lo siento" a lo que ella me sonrió y asintió con cariño, tras unos segundos de tensión mi estúpido padre cerró la puerta.

No paraba de darle vueltas ya que ella no me cogía el teléfono y me tenía muy confundida, la necesitaba ver, acababa de llegar el verano y no sabía si tenía donde ir a dormir.

Mi mejor amiga desde los cuatro años vino a verme a mi casa después de cuatro días sin saber nada de mí, yo salía cuando mis padres trabajaban porque no quería toparme con ellos y yo hacía dos días que no comía nada.

- Creía que nunca te diría esto, pero te ves horrible. – Dijo con una sonrisa para romper la tensión del ambiente y lo consiguió. Brooke es una chica muy mona, no es muy alta, pero es acorde a su complexión que es pequeña, su pelo castaño hace un contraste hermoso con sus ojos color miel con motas verdes enmarcados por unas gafas de titanio color oro.

- ¡Ey!, podrías disimular un poco ¿no? – Me queje tirándole mi almohada en la cara y haciendo un mohín.

- Uy vale lo siento, te queda precioso el look de legañas de recién levantada, te resalta la mirada, los ojos rojos como si te hubieras fumado tres porros hacen que el ojo verde se vea mejor y que las motas verdes resalten más en el marrón y ni hablar del nido negro en tu cabeza listo para incubar huevos, te queda espectacular, no sé en qué estaba pensando antes, estas muy guapa. – Contestó mirándome a los ojos aguantándose la risa, a lo que le respondí fulminándole con la mirada. – ¿Ahora me puedes decir que te pasa? – Me pregunto de verdad preocupada, por lo que decidí contarle lo ocurrido tres días atrás.

Ella me conocía muy bien, por lo que asintió comprensiva y no me atosigó con más preguntas cosa que le agradecí en silencio, después de eso no sacamos más el tema y hablamos de cosas poco relevantes, incluso armamos un plan para dejar calva a mi profesora de inglés por llevarnos a septiembre, me tenía manía, como era posible que sacase todo sobresalientes menos dos notables, pero la capulla de ingles me suspendiera.

Cuando anocheció hicimos la cena, patatas con beicon, que después de no haber comido nada durante días, prácticamente lo engullí, se quedó en mi casa a dormir ya que mis padres no estaban, cosa que agradecí, y ella me hizo compañía toda la noche, mientras veíamos películas y comíamos palomitas, por lo que me ayudo a desconectar de lo que me pasaba.

La luz de AmyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora