Capítulo 1

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El sonido de un móvil sonando, retumbaba entre las paredes de aquel baño. Sin embargo, aún estaba la desventaja de que fueran descubiertas. Apenas y podían detener sus jadeos a través de los besos. El calor de su piel las envolvió, con los latidos golpeteando en sus oídos. Podían estar a un paso de ser expulsadas, y poco importa.

—Sakura... —jadeó Hinata, mientras busca la manera de calmar las inquietas manos de su novia. Quien al igual que ella estaba ansiosa por el contacto de sus cuerpos, y aunque también la podía entender. Habían estado separadas para concentrarse en sus exámenes finales.

Inclusos si fueran las mejores en sus áreas, aun tenían ese sentimiento de competitiva, que no habían dejado atrás.

—Está bien, solo relájate.

Su voz había cambiado, susurrando tan cerca de sus labios, bebiendo de su cálido aliento. Hinata lo sabía, era consciente de lo que estaba provocando, sino también hasta donde podrían llegar. Le gustaba lo que estaban creando entre ellas.

Y no era distinto a Sakura, cuando sus pensamientos se basaban en la suavidad de la piel contraria, que se estremecía al contacto. Sabían que no era el lugar correcto, no era el momento para besarla y tenerla. Estaba mal, actuando por impulso.

Había entrado en conflicto cuando la vio junto a él. ¡Dioss! Sabía lo linda y para nada inocente que podía llegar a ser Hinata, pero esa parte solo lo sabía ella, y así le gustaba que fuera. Le desgradaba la presencia de Sasuke o incluso la del extrovertido Kiba que daba excusas muy malas para estar cerca de su novia. Podía entenderlos, era perfecta; piel blanca, cabello largo y sedoso negro, que le daría envidia a cualquiera.

Sakura tampoco estaba contenta con quienes le rodeaban. No era inocente, pero tampoco era tan ingenua como para dejar que otro se acerque a ella. Odiaba el tacto que no fuera el de Hinata. Como en ese momento, cuando la pelinegra jugaba con sus dedos entrelazándolo con el rosa de su cabello, mientras ella dejaba besos profundos sobre la piel de clavícula hasta bajar a su pecho casi expuesto.

Hinata la había conocido primero, y había caído antes de que pudiera darse cuenta. Ella había tomado parte de su corazón, y por eso, algunas de sus acciones no las pensaba o razonaba, como antes.

—Esto —jadeó Hinata—... no está bien. Nos... pueden —tragó saliva, apartándola un poco—...suspender.

Claro que lo sabía, pero estaban lo suficiente lejos de los salones principales como para que la escucharan, quizás perderían una clase por esconderse. Sakura se encogió de hombros, y besó su mejilla.

—¿No es así más divertido? —susurró Sakura a corta distancia de su oído. Sabía que así le gustaba.

Hinata jadeó, al escucharla, y se maldijo mentalmente. Sabía que no era el lugar indicado para hacer aquello, pero, su cuerpo le traicionaba de gran manera. Odio en gran medida como sucumbía de manera descabellada al placer, y se negaba admitir en voz alta, lo mucho que le gustaba la situación. Pensar que alguien puede descubrirlos, que sus voces deben de ser controladas, mientras sus cuerpos buscan llegar al punto más alto del placer a través de la ropa.

El jadeo salió de los labios contrarios, cuando la mano traviesa de la pelirosa se adentró suavemente entre sus piernas con una facilidad que le otorgaba la falda larga. Apretando con sus largos dedos, sus grandes muslos.

—Sakura- espera-

Sakura asintió en silencio dejando caer su cabeza sobre el hombro de Hinata, no podía evitar estremecerse al contacto de los dedos en su espalda, delineando su figura, y agrandando sus ganas de tomarla en el lugar, incluso si no era correcto.

Ambas estaban de acuerdo con aquella "relación" tan beneficiosa. Lo quisieron así, al menos al inicio. La chica de oscuro cabello no quería continuar de aquella manera, quería mantener su argullo y reputación en la universidad. Aun no se atrevía a más, como le había prometido a Sakura.

Ella podía decir que sí, siempre y cuando no hubiera miradas externas. Así que con toda la fuerza que en aquel momento su cuerpo le otorgo, empujó suavemente a Sakura, alejándola de su cuerpo, mientras dejaba su brazo derecho extendido, como si se tratara del muro de Troya conteniendo a los griegos de atacar.

Hinata, podía sentir sus piernas temblar y su cuerpo picar por los toques anteriores. Ni siquiera quería verse en el espejo de baño, cuando podía sentir el calor en sus mejillas, los golpes rápidos de su corazón, y la incomodidad de su ropa interior.

¿Cómo se supone que entre al auditorio de esta manera? piensa Hinata, sin atreverse a levantar la mirada hacia la pelirosada.

—Lo siento —se disculpó—. Pero, no podemos... continuar, no- no aquí.

Sakura no contesto, solo lo observo por algunos segundos, mientras su respiración se regulaba y colocaba sus manos dentro de sus bolsillos. Las miradas de ambas se mantenían conectadas. Ella sonrió, y se acercó dejando caer un beso sobre su frente.

—Tranquila Hina-chan, podemos seguir después. Si no es Kakashi-sensei nos atrapa por segunda vez —comentó, sin dejar de sonreír por la situación o nerviosismo de la Hyuga.

Acomodó la ropa de Hinata, y la suya propia antes de guiñar su ojo y salir del baño, y despedirse tan coqueta como la primera vez.

—Nos vemos después, Hina-chan~

Hinata asintió, escuchando como la puerta se cerraba detrás de la chica.

Su mirada recayó en el gran espejo del pequeño lugar, el cual le demostró las marcas que se hallaban en su pecho, que era cubierta por su abrigo. Hinata se sonrojó, tratando de pensar una manera para que estas no se vieran. Al menos había tratado antes con ellas, y aunque le daba un poco de vergüenza, siempre estaba preparada.

—Sakura no debería marcarme así —murmuró Hinata, abultando su labio, mientras acomoda su ropa y cabello, toma el suéter exterior que se mantuvo en lo alto de la puerta -siendo la única prenda quitada por las manos de Sakura-, para colocarse, de esa manera no dejaría a la vista su cuello marcado.

Necesitaba que nadie sospechara de su apariencia, ya dejaba mucho que ver, habiendo tardado más de una hora después de haber pedido permiso para salir de su salón.

Esperó unos minutos, para luego salir con lentitud del baño. Y se encaminó hacia su salón, dejándose llevar por los recuerdos de cómo había empezó todo.

Entre las dos; SakuHinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora