Drabble

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Bruno no sabía exactamente en qué momento había comenzando a asentir aquello, pero tenía la certeza de que iba a ser su condena.

Tal vez fue cuando ella cumplió 16, un año después de que el Madrigal se reintegrara a la familia; se sintió culpable al inicio, odiaba con toda su alma ese sentimiento de querer estar cerca suyo a toda costa. Mirabel, su Mirabel.

Cuando cumplió 17 fue cuando tomó la decisión de que el próximo año le confesaría sus sentimientos. Si ella lo rechazaba al menos podría quitarse encima aquél peso en su interior.

El año siguiente siguió cargando con eso. A los 18 Mirabel conoció a un joven de la aldea, y toda la familia estaba encantada por el nuevo integrante de los Madrigal.

Los 19 años de Mira habían pasado tan rápido, 19, 20... A los 20 Mirabel notó que aquél tipo solo estaba en su familia por interés y el renombre que le daría ser el esposo de la heredera del Milagro.

A los 20 su Mirabel estaba destrozada. La persona a la que creyó amar la había engañado y ni siquiera las arepas de Julieta tenían solución para aquél dolor que sentía.

Cuando cumplió 21 decidió que no quería una fiesta grande, y organizaron una pequeña cena familiar en el patio interno de Casita. Mirabel había crecido tanto, cada día más hermosa y bella que el día anterior. Bruno tenía que luchar contra sí mismo para no quedarse embobado mirándola y hacer menos obvio lo evidente, aunque era consciente de que había miembros de la familia que lo sabían: Sabía que Dolores lo escuchaba llamar su nombre entre sueños por la noche, cuando Mirabel era su único pensamiento; y que Antonio lo había descubierto un día cantando una balada romántica mientras la observaba hacer sus tareas en el pueblo.

Sabía bien esto, al igual que sabía que ninguno de los dos diría ni una palabra.

Cuando todos fueron a acostarse esa noche, las nubes de lluvia (de las cuales Pepa nada tenía que ver) se acumularon sobre Encanto, y dejaron caer sus pesadas gotas en una tormenta.

A Bruno nunca le gustó el sonido de los truenos, le recordaban las noches de lluvia que había pasado solo entre las paredes, solo y sin el amparo de nadie. Se asomó por la ventada de su habitación, le extrañó la presencia de una silueta bajo la lluvia, en medio de aquella interperie.

Cuando se dio cuenta de que aquella persona era Mirabel, lejos del auxilio de Casita no dudó en salir corriendo a buscarla.

La lluvia la había mojado por completo y su cuepo temblaba por el impiadoso que viento le calaba hasta lo más profundo de su ser. Pero no le importó. Se sentía destrozada, todo el amor y confianza que había puesto en alguien fue usado y ahora solo le quedaba la sensación de vacío que le gritaba incansablemente que nunca sería suficiente para nadie.

Sus piernas desfallecieron y calló en el césped, un grito de agonía salió desde lo profundo de su interior, buscando liberar toda aquella opresión de su pecho, sin mucho éxito. Solo quería llorar.

El peso de dos manos sobre sus hombros y alguien jalándola confuenza la asustó, pero cuando sintió el abrazo de un cuerpo delgado, casi escualidado, se abrazó a él con todas sus fuerzas, y continuó su llanto bajo en abrigo de Bruno.

El mayor tenía a Mirabel cubierta bajo su pincho mientras ella se aferraba con fuerza a su camisa. El pecho se le encogió en un nudo y no pudo más que abrazarla.

—¿Por qué nadie nadie me ama? —sollozó Mira—. ¿Por qué sigo siendo indeseable para todos?

Mirabel, su Mirabel, tenía el corazón roto, y verla en ese estado no hacía más que matarlo por dentro.

—No digas eso, Mariposa, por favor. Nunca piences que no mereces más que amor de parte de todos. Nunca vuelvas a hacer algo como esto, por favor, no lo aguantaría más Mirabel.

—Pero...

—Julieta te ama, tu abuela te ama, tu familia entera te ama Mirabel. YO TE AMO.

Bruno no sabía como algo así había salido de él, pero lo dijo. Mirabel se congeló ante esa confesión y por un momento olvidó el dolor que sentía.

—¿Tu... Me amas?

Alzó la vista lentamente, el poncho de Bruno no los alcanzaba a proteger del todo y un rayo iluminó su rostro, no de una forma aterradora, sino de otra muy diferente, tenía la misma expresión de preocupada que había puesto cuando la salvó de caer al (no tan vacío) vacío de las paredes. El mayor tragó saliva ante la interrogante.

—Que pregunta tan tonta, Mirabel...

No alcanzó a acabar aquella frase, cuando los labios de Mirabel se posaron con violencia sobre los de él. La joven no sabía si era ese tipo de amor al que se refería Bruno, pero poco le importó, el corazón se le alivió un poco cuando Bruno no la rechazó, y tomó su rostro gentilmente entre sus manos. Se separó lentamente de él y la mirada de confusión se hizo presente en el rostro del mayor de los hermanos Madrigal.

—Sufría porque me rompieron el corazón, pero también porque no pensaba que la persona que amaba pudiera amarme a mí también.

—Mirabel...

—Pero la persona que amo eres tú, Bruno.

A pesar de estar mojados por la lluvia y la tormenta que los rodeaba, a pesar de estar en la interperie, lejos de todo lo conocido, y de que el viento se había llevado el poncho volando, un calor inmenso inundó su corazón como nunca antes había sentido.

Mirabel... Su Mirabel. Sabía bien que ella debía sanar por completo antes de que ambos pudieran estar juntos libremente, pero no le importaba, por él, esperaría el tiempo que fuera necesario para ella.

Mira jamás creyó que sus sentimientos fueran correspondidos, pero tenía la certeza de que solo Bruno podría amarla completamente.

La lluvia ya no les importaba, y la soledad se había ido lejos. Esta vez fue Mirabel quien tomó el rostro de Bruno entre sus manos, y él quien se acercó a ella, dándose otro beso que duró más que el anterios, y mucho menos que los besos que le seguirían.

Ambos estaban bajo el ojo de la tormenta, sí, pero al menos estaban juntos.

By: Plantita

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⏰ Última actualización: Dec 20, 2021 ⏰

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