Capítulo 46. Ilusiones rotas.

544 73 126
                                    

Lena y sus padres habían llegado a Baltimore y su primera parada fue visitar a papá en el hospital

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Lena y sus padres habían llegado a Baltimore y su primera parada fue visitar a papá en el hospital. Estaba muy contenta de ver a mi mejor amiga, sentí que el tiempo pasó bastante rápido sin ella y tenía tantas cosas que decirle. Le confesé mi relación con Ronald y ella pegó el grito en el cielo, pidiéndome, no, exigiéndome detalles de todo. Le conté un poco y dejamos lo demás para luego.

Papá regresó a la casa después del tiempo estipulado, y Eleonor andaba más extraña de lo normal porque su ausencia en casa era cada vez más notoria ¿Qué rayos estaba tramando? O peor aún ¿A dónde iba cada vez que desaparecía? nadie le cuestionaba eso y yo tenía que morderme la lengua para evitar levantar sospechas.

Una vez que papá se instaló en casa me fui a Starbucks donde quedé de verme con Lena. Al llegar mi amiga me recibió con otro abrazo.

Vaya que había extrañado la intensidad de esta chica para demostrarme su amor.

—Tienes que contarme todo ¡Todo de nuestro señor sensual Ronald!, dime ¿Qué tal?

¿Por dónde comenzaba?

—Bueno, Ronald es un chico diferente y...

—Todas decimos eso, Aurora —interrumpió con suspicacia por mi falta de novedades.

Fruncí las cejas y mordí un poco mi labio.

—No —respondí de inmediato—, lo digo de verdad, él es único.

—Te brillan los ojitos y bastante, tú... —me escudriñó con ojos acusatorios—. Me ocultas muchas cosas.

Sonreí nerviosa por su infalible sexto sentido, no pude evitar sonreír como idiota, pero si no le contaba a alguien iba a estallar.

—Lena... —mi voz sonó muy aguda.

— ¿Qué pasa, Aurora?

Parpadeé más de la cuenta de solo encontrarme con la mirada miel de mi amiga.

—Es que, Ronald...

Lena abrió sus ojos y percibí como una de sus piernas se movía debajo de la mesa por las ansias.

—Aurora me estás poniendo nerviosa y más porque dices mucho y a la vez nada —dijo desesperada mientras tomaba el café en sus manos.

—Ronald y yo —hice un ademán con mis dedos para una descripción gráfica—. Ya estuvimos juntos.

Lena había tomado un sorbo de café al momento en que yo confesé todo y casi lo escupe. La ayudé al notar como no dejaba de toser por el impacto de mi noticia. Estábamos a mano como cuando me confesó que quería a Adam de otra forma.

—A-Aurora —carraspeó Lena, patidifusa—. ¿Cómo?

Asentí con mis mejillas ardiendo, pensé por un momento que explotaría.

1º EUFORIA: para siempre Aurora  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora