Capítulo 31. Enamorados.

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Abrí mis ojos percibiendo una superficie cómoda—estaba en su cama—él descansaba sobre mi pecho desnudo, me tenía abrazada y una mano mía reposaba sobre su terso cabello mientras que la otra estaba en su espalda ancha y fuerte

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Abrí mis ojos percibiendo una superficie cómoda—estaba en su cama—él descansaba sobre mi pecho desnudo, me tenía abrazada y una mano mía reposaba sobre su terso cabello mientras que la otra estaba en su espalda ancha y fuerte. Era tan hermoso verlo dormir con un semblante relajado, y no dejé de acariciar sus negros cabellos que aún seguía un poco húmedos.

Una delgada sábana me tapaba y a él solo le cubría de la cintura para abajo. Fue tan tierno y considerado al cambiar las sábanas que fueron mojadas por nuestros cuerpos y manchadas en algunas partes por mi virginidad perdida. Al acabar, él cambió todo mientras yo me bañaba, así fue más cómodo para mí; insistió en secar mi cuerpo con la toalla y al final no dejó que me vistiera, me llevó de nuevo a la cama y nos acurrucamos para descansar. 

No podía parar de sonreír, me había hecho sentir tantas emociones juntas, ahora sé que se siente estar cerca del cielo sin necesidad de volar. Se movió con cuidado, levantando su rostro adormilado para encontrarse con el mío.

—Princesa —sus ojos entrecerrados me miraban—. ¿Todo bien? —preguntó con una sonrisa risueña.

—Perfecto —susurré y toqué su rostro.

Sonrió victorioso y se acercó para examinarme más a fondo.

—Tienes un brillo diferente —musitó cerca de mi rostro, él sabía a qué se refería porque su sonrisa traviesa le iluminaba la cara.

—Es el efecto de ti —respondí un poco ruborizada.

Su carcajada era como escuchar ángeles, era preciosa y muy sexi.

Dejó escapar un suspiro y me miró, acariciaba una y otra vez mis labios con sus dedos hasta darme un beso casto.

—Sabía que mis sentimientos por ti no me traicionarían, eres todo lo que he deseado en mi vida —me dio otro tierno y lento beso en los labios—. Estoy locamente enamorado de ti, Aurora.

Me corazón latía con más fuerza.

—Ronald —susurré patidifusa.

Se acostó a mi lado atrayéndome a su pecho y me enrollé en su cuello, abrazándolo. La sensación junto con mis emociones eran de felicidad. 

Toqué su rostro, me picaba el nacimiento de su barba y él bajó la mirada para encontrarse con la mía.

—También estoy enamorada de ti.

Me sonrió y se acercó a besar mi frente.

—Eres toda mía, Aurora —murmuró en un tono encantador.

—Y tú mi héroe favorito —agregué.

Ronald enarcó las cejas y rio.

—Recuerdo que algo así me dijiste cuando te salvé de aquel imbécil en la costa, me halaga tu sobrenombre hacia mí.

1º EUFORIA: para siempre Aurora  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora