Escrito por richardleb
País: Colombia
Disparador: #8***
«Tranquilo, jefe, llegaré acompañado».
Esas cuatro palabras han sido la mentira más grande que he dicho en mi vida, y vaya si he dicho mentiras, unas bastante piadosas o "mentiras blancas" y otras muy terribles tan solo para zafarme de alguna situación incómoda; pero en esta ocasión, esas palabras fueron necesarias para no quedar como el forever alone de la oficina, ya suficiente tenía con que supieran que soy un chico homosexual. Todos mis compañeros se regodeaban de que llegarían con sus novios, novias, esposos o esposas y, aquí estoy, pensando en quién puede ayudarme a última hora con esa ridícula mentira que inventé.
Es veinticuatro de diciembre, la tan anhelada noche de navidad en la que nació el niño Jesús y por la inmediación de las cosas podría optar por no ir a la dichosa celebración, inventarme otra mentira para excusar mi ausencia y hacer como si nada hubiese pasado; por otro lado, de no ir quedaría como el aburrido que no acude a las festividades. ¡Vaya dilema!
Mi apartamento está decorado con un árbol bastante pequeño y reposa en una de las esquinas; tiene el tamaño apropiado para una sola persona; además, es un apartamento de soltero, no puedo ser tan presuntuoso y tampoco es que me agrade tener muchas decoraciones, pues no recibo muchas vecinas; vienen mis padres de vez en cuando y un par de amigos, por lo demás, nadie más se acerca a mi humilde morada, la cual, se ubica en el barrio Palermo de la capital. En su interior, hay mullidas almohadas con motivo navideño para decorar la pequeña sala de estar, el comedor está decorado con un camino de mesa que tiene pintado un trío de ositos con gorro navideño: regalo de mamá, y también cuento con unos portavasos de madera con diseño de cascanueces. Por lo demás, hay un calcetín rojo con una figura de Santa Claus en una de las paredes y una corona en la puerta de entrada del apartamento; la decoración suficiente para decir que celebro las fiestas y no soy un amargado.
Por lo general, estas fechas las comparto con mi familia, sobre todo los días siete, veinticuatro y treinta y uno de diciembre. Pero, antes de acudir a la reunión familiar, debo acudir a la celebración navideña de la oficina; todas las noches han invitado a los trabajadores a la novena de aguinaldos, sin embargo, no acudí en ninguna oportunidad porque la novena la celebraba en casa de mis amigos, prefería ser el invitado al anfitrión. De cualquier forma, me pareció conveniente que al menos el último día de la novena debía acudir con la supuesta pareja que había dicho que tenía cuando es claro que no tengo una relación desde hace dos años, además, se nota que son bastante estrictos con las festividades en la empresa.
—Te esperamos aquí acompañado, será una celebración divertida.
Había dicho el jefe, confirmando las sospechas y fue ahí cuando se me ocurrió decir la mentira de que llegaría acompañado. ¿De dónde sacaría un acompañante a última hora en la noche de navidad? Solo un deseo de navidad me salvaría.
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DESAFÍO: Con diciembre a cuestas
Random¡Amante de las festividades decembrinas, este es tu lugar! Ocho relatos ambientados en distintos países de Latinoamérica y en la época más bonita del año. ¡Anímate a leerlos!