Capítulo 4"

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Un mes, un mes lleno de mentiras. "No me encuentro bien" "Tengo exámenes importantes" Creo que nunca había mentido tanto, y por ello, cada día me odio más. Siempre odié la mentira e irónicamente, se había vuelto tan común en mis días.

Entonces ¿Para qué mentir? ¿Por qué? Porque quiero escapar de la realidad, olvidarla. Enterrar todo para nunca más volver a recordar. Aunque creo que tuve algo de suerte, Aner no llegó hasta "el final", hubiera sido todo peor. Aún desconozco la razón, o el motivo que le hizo detenerse. Tal vez mis lágrimas, o la parte racional de su cerebro gritando que parara con aquella locura. Apenas tuve cicatrices en el cuerpo, algún moretón del forcejeo, pero nada más grave.

Creo que con todo aquello ya debiste entender que pasó, y entenderás el porqué de no querer volver a entrenar. Porque entrenar significa verle, verle significa tener que afrontar todo aquello, y no soy tan fuerte. No ahora. Y sobre todo, sin entender el motivo, siento que traicioné a Cristian. Lo traicioné de una manera horrible, ese sentimiento parece no querer dejarme. Volviendo todo más complicado y difícil.

¿Quién dice que los padres siempre hacen lo mejor para ti? Esta vez se han equivocado, no es una buena idea. Es más, es la peor idea de todas las ideas. ¿¡Cómo va a ser buena ir al polideportivo?! Sabía de sobra que en algún momento volvería, pero no tan pronto, ni así. Mi madre no se creía más mis mentiras, para mi suerte, no relacionó todo con nada parecido a la realidad. "Esta es una etapa de esas rebeldes de vosotros los adolescentes. Pero tienes que hacer deporte Slava, así que hoy iras a entrenar, que estás perfectamente" eso me dijo, como siempre, haciendo caso a esos estúpidos libros sobre adolescentes.

No existe persona más cabezota que mi madre, por ello, estaba en frente de la puerta del polideportivo; con mi corazón latiendo a un ritmo descontrolado. Tenía que calmarme, si lo pensaba fríamente, no tenía porqué verles. Podían haber faltado, o no tener entrenamiento...Y ahí me di cuenta de lo muy confuso que estaba, no sabía a quien temía ver más. Si a Aner o a Cristian. Lo único seguro era, el miedo alojado en cada parte de mi cuerpo.

Todo estaba siendo planeado en mi mente, las miles de posibilidades analizadas y meditadas, pero como se sabe, no todo es previsible. Y lo que iba a ver no fue una excepción, no esperaba ver a mi entrenador casi con una nube de humo sobre su cabeza. Su enfado era demasiado mal disimulado tras su sonrisa, y sobre todo, tras su palabras. "¿Vacaciones en plena liga?¿Tan geniales somos qué no necesitamos entrenar?"

Mi día solo pudo mejorar con el castigo que ahora debía cumplir, en parte me lo merecía, después de todas las faltas; llegar tarde al entrenamiento no era una buena idea. Por ello, todo la tarde consistiría en correr y hacer ejercicio que llevarían mi cuerpo al límite en aquellas pruebas físicas. Dejándome totalmente exhausto y lleno de agujetas los siguientes días, pequeños recordatorios de la puntualidad y disciplina.

Debía estar en mi sentadilla número 127 cuando se apiadó de mí. "Bueno Slava, ya puedes parar" "Gra-gracias". No tardé en cubrir parte del suelo con mi cuerpo, me parecía demasiado difícil mantenerme ya en pie.

¿Alguna vez has visto una imagen tan impactante que caerías al suelo? Agradezco el hecho de no poder ir más abajo, porque si fuera posible, bajaría.
A unos escasos 40 metros de mí, donde el equipo hacía un entrenamiento normal, podía verse como se formaba un círculo al rededor de dos persona.

¿Y qué me incumbe a mí eso? Demasiado, si se trata de Cristián y la chica que le abraza cariñosamente. No, no quería seguir mirando. Pero tenía miedo de cerrar los ojos, y no encontrar una prueba que negara la aparente realidad. Cristián no podía tener novia, no.

Escabullirse a los vestuarios, y llorar no era la mejor forma de afrontar las cosas. Aun así, mi "tranquilidad" fue muy efímera, las voces se hicieron notorias. Y nada mejor que huir también de los vestuarios tras secar mis lágrimas, aunque fue inevitable.

SU MEJOR JUGADA (YAOI/GAY)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora