Despierto

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— ¡Señor Demian! ¡Señor Demian! — La voz de Ashley hizo que me levantara de sorpresa.

— ¿Si? — No pude evitar darme cuenta de que mi voz sonaba como si no hubiera tomado agua en semanas.

— ¡Feliz san Valentín! — Me dio una carta en un sobre rosa decorado con diamantina (demasiada para mi gusto) y algunas estampas en forma de corazón. ¿Estábamos ya en febrero? Lo último que recuerdo fue a los niños preparando decoración para sus casas en Halloween ¿Había pasado ya tanto tiempo?

— Gracias Ashley, es un lindo detalle— No me gustaba mentir, pero esta vez era necesario. No es que la carta no me gustara, es solo que me traía esos recuerdos que había tratado de evitar durante todos estos meses. El día que fuimos a la feria era día de san Valentín y Zoey amaba ese tipo de cosas. Odio las ferias y los circos por dos grandes razones: payasos y juegos mecánicos. Mi miedo a los payasos se había desarrollado desde que era pequeño, y creo que eso causó que la mayoría de mis cumpleaños fueran un desastre. Lo de los juegos mecánicos es algo relativamente reciente, a los diecisiete quedé atascado en una montaña rusa, las peores tres horas de mi vida, debo añadir que acababa de ver una película donde las personas evitaban su muerte gracias a una visión, pero tiempo después comenzaban a morir de formas estúpidas y demasiado sangrientas, la combinación perfecta. Zoey se encontraba tres asientos delante de mí y se burlaba, al parecer había algo gracioso en mi reacción, mi pánico irracional suele ser demasiado hilarante para las personas. Recuerdo perfectamente su risa burlona, la curvatura de sus labios y como sus perfectos dientes se dejaban ver detrás de ella. De pronto la aguda voz de Ashley me hizo regresar a la realidad.

— ¿Señor Demian? ¿No piensa abrir la carta? Es un regalo muy especial ¿Sabe? — Me tomó unos segundos incorporarme de nuevo. Tomé la carta y traté de abrirla sin romper los bordes, Ashley puso especial entusiasmo en el pegamento. Al abrirla lo único que había eran unas instantáneas de mí, en una estaba sonriendo hacia la cámara, la cual pensaba que era de juguete, y en las demás estoy con los otros niños, hablando, jugando,  discutiendo. Creo que entendía el mensaje que Ashley trataba de enviarme.

— ¿Lo ve? En todas las fotografías usted es feliz ¿Y sabe qué es lo mejor de todo? No necesitaba a la señorita Zoey para serlo ¿Lo entiende? Lo hemos extrañado señor Demian— Por un momento olvidé que me estaba hablando una niña de cuatro años— Queremos que vuelva con nosotros, de verdad— No pude responderle nada, así que solo le di una sonrisa, y me dirigió una mirada severa. De verdad quería una respuesta.

—Pienso hacer todos mis recortes mal si usted no vuelve con nosotros— Ahí estaba de nuevo, la niña caprichosa de cuatro años que yo recordaba. Sin embargo la mirada era la misma, así que tragué saliva y respondí, a pesar de que podría volver a estar mintiendo y no me gustaba la idea.

 — Bien, regresaré. Te lo prometo.

—Por el meñique— levanto su pequeño dedo y lo dirigió hacia el mío. Tardé un poco en responder y ella enarcó una ceja.

— Por el meñique— Entrelazamos nuestros meñiques y estaba listo. No podía defraudar a una niña pequeña ¿No?


El regreso a casa fue igual a todos los días, la casa estaba sola, mamá y papá seguían de viaje, como siempre, me senté en el sofá y encendí la televisión. Todo lo que había eran estúpidas comedias románticas, con la misma fórmula y el mismo estúpido final. Gracias, San Valentín. Apagué la televisión, me fui a la cocina y tomé una cerveza, de pronto una idea cruzó por mi cabeza. No Demian, no vas a ser la clase de personas que hacen cosas estúpidas después de una relación fallida, recuerda, odiamos los clichés.

Al diablo.

Fui hacia mi habitación y metí en una caja todas sus cosas, una por una. Después fui al garaje por un martillo y tijeras, me paré un momento al lado de la caja ¿En serio piensas hacer esto? ¿Sabes que no va a funcionar, cierto?

Lo primero que tomé fueron sus CD, todos eran de estúpidas bandas de jazz que odiaba, la perdida no dolería mucho, así que no pensé mucho antes de destruirlos con el martillo. Después tomé algo de lo que me costó un poco más desprenderme, la camiseta de "The Jungle Giants" que compramos el año pasado cuando fuimos a uno de sus conciertos en Indiana, amaba esa banda y de verdad me dolería romper esa camiseta, sobre todo porque eran muy difíciles de conseguir y no pensaba recorrer medio país de nuevo para conseguir otra.

— Si fuera tu pensaría dos veces antes de cortar eso— Reconocía esa voz, el odioso de Benji había llegado a casa. Sin que yo le llamara, como siempre.

— ¿Cuánto tiempo llevas ahí?

— Lo suficiente para ver como destrozabas la cara del pobre de Michael Bublé con ese martillo— dejó escapar una sonrisa burlona.

 — ¿Qué es lo que quieres? Tengo un asunto pendiente por aquí— señalé hacía la caja en el piso.

— Hay mejores maneras de superar este tipo de cosas ¿sabes? Lo que estás haciendo me recuerda a Emily y créeme, no quieres rebajarte al nivel de una adolescente herida.

 — ¿Como cuáles? — Lo fulminé con la mirada.

— Bueno, podríamos empezar por dejar de parecer villano de película de terror de bajo presupuesto— Señaló hacía el martillo que tenía en mi mano derecha. No pude evitar echarme a reír.

— Bien, vamos a la cocina, necesito olvidarme de esto al menos por hoy.

Benji hizo que el resto de mi día no fuera tan lamentable, bromeamos sobre películas de Bollywood, nos burlamos de algunos cantantes de jazz y planeamos ir a un centro de tiro, que en su punto de vista era el lugar perfecto para dejar salir el odio. Al final se hizo tan tarde que tuvo que irse a casa, no sin antes acabarse mi dotación de alcohol de una semana completa.

Traté de perder el tiempo jugando videojuegos por un rato, pero no funcionó y sin nada mejor que hacer decidí ir a la cama. En el camino tropecé con algo en el piso, era una de esas revistas para chicas, debió haberse caído de la caja. Esto era lo único en lo que coincidían Zoey y las demás chicas, amaban este tipo de tonterías. Sin embargo algo en la portada llamó mi atención.

"¿Tuviste una ruptura difícil? Supera a ese idiota en veintidós sencillos pasos". Por alguna extraña razón me sentí atraído por el título. Digo, Zoey era muy parecida a un chico, ella podía ser "ese idiota". Debes estar bromeando, no puedes tomarte un artículo de revista tan en serio, recuerda lo que dijo Benji, no puedes rebajarte al nivel de una adolescente.

Dí una ojeada al artículo, encendí mi lámpara y anoté todo en mi cuaderno de notas, poniendo atención en cada uno de los puntos.

El recuerdo de Zoey es como un paracito y si necesito recurrir a medidas desesperadas para deshacerme de ella, lo iba a hacer. Dejé mi cuaderno en mi mesa y me recosté en mi cama un poco más tranquilo. Mañana mi vida me sería devuelta, mañana sería el día en que comenzaría a borrar a Zoey, el día en que su fantasma me dejaría de seguir y yo volvería a ser el de siempre. Cerré los ojos, listo para enfrentar por última vez a las pesadillas.



Solo una vez más, resiste amiguito.

Veintidós  formas de olvidarme de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora