Las noches se habían convertido en el momento del día favorito de Marinette. Era la única oportunidad que tenía de cerrar las ojos e intentar poner la mente en blanco, deshacerse de todos sus pensamientos y sentimientos y dejarse guiar por un vacío total, una calma inalterable. Una vez había leído que si consigues dejar la mente completamente en blanco podías escuchar el verdadero sonido del silencio. Marinette nunca lo había conseguido, pero lo seguía intentando. Ese pequeño ejercicio que hacía antes de dormir era su única oportunidad de dejar de ser Marinette, la adolescente torpe y nerviosa, de dejar de ser Ladybug, la heroína seria y responsable. Se iba deshaciendo de cada una de las cargas que tenía sobre sus hombros, de cada vergüenza, de cada arrepentimiento, de cada sueño frustrado, poco a poco, una a una, en espera de la calma.
Nunca alcanzaba el silencio, pero su ejercicio le daba un pequeño regalo. Antes de rendirse al sueño, después de haberse desprendido, al menos por unas horas, de todo lo que la avergonzaba, de todo lo que odiaba, de todo lo que la atormentaba, solo quedaban las cosas buenas. Las esperanzas, los sueños, las perlas de diversión y los coquetos resquicios de alegría. La abrazaban, llevándola a un sueño armonioso y sin pesadillas. Ahí, incluso sus anhelos perdían la connotación dolorosa y perdida y se limitaban a ser esperanzas que le recordaban todas las posibilidades de ser feliz, de las cosas buenas que tenía la vida.
Adrien aparecía mucho en esos últimos momentos de consciencia y sueños tranquilizadores. Allí Adrien no tenía un chófer que lo esperaba a la salida del colegio con la puntualidad de un reloj suizo. Adrien no tenía una dieta estricta que seguir ni un horario tan repleto de tareas que era un milagro verle después de clase. Adrien no tenía siempre una sonrisa perpetua en los labios, sin importar las circunstancias. En esos sueños, Adrien estaba a su lado, ambos recostados sobre el césped, sin importarles que se les ensuciara la ropa. No hablaban, ni siquiera se miraban, pero estaban ahí, uno al lado del otro, sin expresiones impostadas ni obligaciones. Se limitaban a respirar, a disfrutar del espectáculo estrellado sobre sus cabezas, a dejar que aquella calma sin pretensiones, sin tartamudeos, sin frases inconclusas y malinterpretables los separaran.
Marinette nunca lograba escuchar el verdadero sonido del silencio, pero sí se regalaba cada noche un pequeño fragmento de calmada felicidad.
Marinette no fue consciente de que sus sueños la estaban cambiando, nadie se dio cuenta al principio de todas formas. Lila fue la primera en percatarse. Observó de mala manera la forma en que Marinette conversaba con Adrien, Alya y Nino sin muestras aparentes de nerviosismo. Ella, que tenía una mirada aguda y una mente fría para los detalles, no pudo ignorar ese hecho. Y aunque cada célula de su ser le ordenaba hacer algo para separar a esos dos, se obligó a mantenerse en el sitio y continuar su conversación con Rose, manteniendo a buen recaudo sus oscuros pensamientos en una esquina de su mente, siendo tan cordial como una flor con las espinas enterradas.
Después la siguió Alya, que no tardó demasiado en hablar del asunto con Nino. Días después, cuando Marinette chocó con Adrien en la puerta de la clase sin alborotarse de los nervios, se dio cuenta Chloé. Y a ella sí que se le retorcieron los nervios como una maraña de serpientes peleándose entre sí. Fue la reacción transparente de Chloé lo que consiguió que los demás finalmente cayeran en cuenta. Al final, toda la clase sabía de la cambiada relación entre ellos salvo los propios Adrien y Marinette. Bueno, algo tenía que permanecer imperturbable y la falta de perspicacia en lo que respectaba a lo que sentían el uno por el otro siempre había sido el máximo exponente en su relación.
—Bien, clase, antes de terminar por hoy, necesito que me den los nombres de las parejas para la excursión de mañana en el el parque de Bagatelle—explicó la profesora Hémery, cogiendo la tablet entre sus manos—. El trabajo de campo contará para nota y una vez lo hayamos puesto todo en común entrará en materia de examen, así que les recomiendo que se esfuercen al máximo y no pierdan el tiempo.
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Ever After
FanfictionTal vez las cosas estaban cambiando, tal vez el destino no es tan fuerte como presume que es. Pero las cosas que Marinette y Adrien sentían el uno por el otro parecían indestructibles. Para todos menos para ellos mismos.