Sus días eran así, días en los que te despiertas, abres los ojos, y te levantas con ganas de todo pero no haces nada.Así eran los días de Maeko Masuyo.
Una joven adolescente de dieciséis años la cual vivía en su propia nube y a la que todo le resultaba indiferente.
Una persona diferente donde lo normal era monótono para ella y aburrido. Mientras que en cambio las cosas mas extrañas y complejas eran las que le hacia sentir bien.
Nada de salir a fiestas y esas cosas que hacían los adolescentes con su edad.
Ella dedicaba los viernes a salir a explorar a la vieja casa de su abuela. Se sentaba bajo aquel sauce y se ponía a leer durante horas y horas.
Amaba leer sobre todo esas historias mitológicas que solía leerle su abuela.
Sobre sirenas. Algo fascinante para Maeko, ella pensaba que en algún lugar del océano en lo mas profundo, en el mar mas lejano y aun no encontrado había sirenas. Ella estaba segura de ello.
O historias sobre shinigamis. Sus favoritas.
Los shinigamis según su abuela le decía eran seres monstruosos, de aspecto dejado y horrendo que se dedicaban a ponerle fin a la vida de las personas.
A la abuela no le gustaba contarle esas historias a Maeko. Pero ella insistía. Ella quería saber más de ese mundo fantástico. Saber mas de los shinigamis.
Pero apenas se ilusiono por ese tema su abuela al poco tiempo murió.
Desde entonces Maeko dejo ese mundo apartado. Desecho de su ser la fantasía. No creía en nada que sus ojos no hubieran visto.
Ya todo a su alrededor se volvía insipido.
La nostalgía de la felicidad a veces la abrumaba. Quería ser feliz. Pensar que alguna vez volvería a creer en cosas inexistentes, pensar en descubrirlas, en viajar por todo el mundo volando en globo para ver si era verdad que cosa como los dragones o monstruos de lago existian.
Necesitaba creer en la magía pero ya no podía.
Así comenzó todo. Así fue como Maeko se olvido de ser una inocente niña convertirse en todo una muchacha.
Aunque claro, ¿Eso era realmente lo que ella quería?