SUCESO TRÁS SUCESO

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No, eso no puede ser posible. -Dijo Maeko conteniendo las lágrimas.-

-Si - Le dijo este soltando aire -lamentablemente lo es, tu madre salió esta mañana ha comprar y a la vuelta un coche la arroyo, lo siento mucho, pero cuando llego la ambulancia ya no pudieron hacer nada.

Maeko salió corriendo de la salita, abrió la puerta de la calle sin poder contener sus lágrimas.

-¡Por que te fuiste mama! ¿Que voy ha hacer yo sin ti? -Gritaba Maeko.-

-Y de eso hacen ya dos años. -Susurraba Maeko observando la lápida de su madre.-

El paisaje era hermoso, la lápida se situaba encima de un acantilado, mirando hacia el mar. Maeko iba a ese lugar todos los dias antes de el ocaso para recordar el desenlace de su madre y las cosas que podría haberle dicho antes de su muerte.

-Mama, siento mucho no haber podido pasar mas tiempo contigo, no haberte echo caso o ser borde contigo.- Decia esta mientras de sus ojos caian lágrimas y ponia flores en la tumba de su madre.-

De repente sintió en su hombro una mano a la vez que de sus ojos caía una lágrima. Intento ignorar aquello, pero algo le susurraba al oido, una voz que le decía.

-Ánimo tu puedes salir de esto.-

Hay entonces ella se giró y observó como no habia nada, sólo estaban ella y el sol ya escondiendose.

Eso le recordaba a la casa de su abuela. Que no se encontraba tampoco muy lejos del acantilado.

Asi que se armo de valor y fue a pisar después de años por primera vez su casa, aquella casa que la abrumaba de recuerdos.

Al llegar vio que no habia nadie y la casa estaba rodeada de musgos y enrredaderas.

Por lo visto desde que su abuela murió ni un alma había habitado esa casa.

Todo alli dentro estaba lleno de polvo. Estanterías repletas de libros sobre todo de fantasía, esos que ella tanto leio en su infancia y muchos trastos encima de la mesa, incluso habia juguetes.

A Maeko se le revolvió todo de recuerdos al ver su viejo ataúd de juguetes. Ya que como la mayoría de su tiempo la pasaba en casa de su abuela, todo le recordaba a su infancia. No había cambiado ni un detalle de esa casa. Áunque faltaba su abuela.

Maeko solto un tren de hojalata que había cogido del baúl y se fijo en otra cosa aún mas escalofriante que todos esos juguetes viejos.

Su libro preferido estaba encima de la mesa.

Maeko limpio la portada de lo polvorienta que estaba con su manga.

>>Seres Mitológicos y sus historias.<<

El libro a simplevista ya parecía antiguo. Y sus páginas amarillas lo confirmaban.

Maeko abrió el libro por una página al azar y la olio.

Le encantaba el olor a libro cerrado y mas el que desprendia aquel, impregnado de recuerdos.

Maeko se llevo el libro y se despidió de la casa dandole un beso a un cartel de la puerta en el que te estaba escrito el nombre de su abuela.

De vuelta a su casa, su padre le abrió la puerta, siempre eran iguales los dias, cenaban en silencio y luego se acostaban, y así eran los años hasta hoy, con la variante de que su padre tardó menos que ella en encontrar a otra persona que remplazara a su madre, aunque para ella eso es imposible por que nadie podria remplazarla.

-Sabado, 4 de Marzo.-

Maeko se levantó de la cama como un dia normal, y volvió a escuchar susurrandole al odio la misma voz que el dia anterior en el ocaso. Aqui ya no le dio tiempo de girarse, pues noto como un cuerpo le apresionaba por detrás y le tapaba la boca con la mano, ella miró abajo como pudo para identificar que era ese ser que le habia cubrido casi todo el rostro con la mano.

MI NUBE, MI BELLEZA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora