Capítulo 6

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Caminaron casi toda la noche; Los aventureros se durmieron a medio camino sobre sus caballos, ellos fueron lo suficientemente inteligentes para no dejar caer a ninguno de ellos, y que tampoco se despertara en ningún momento. Roble tomó el frente, guiando a los caballos por el camino que tenían que recorrer, con el zorro y el lobo en la grupa del caballo, descansando.

Al amanecer llegaron a los pies de la montaña, con una zona extrañamente frondosa. Era una mancha verde entre todo el terreno quemado, lo que desconcertó bastante a los viajeros, y más que estaban apenas despertando.

La frondosa maleza, de un verde vivo y encendido, pretendía esconder una entrada a una caverna. Zamato dijo que era la entrada más accesible.

A menos de que quieran subir la montaña para entrar directamente a la cámara de magma central.

—¿Cámara de magma?— Leslie fue el primero en bajar del caballo—¿Es un volcán?

Es un volcán inactivo, su erupción fue lo que contribuyó con la destrucción de la Cuidad del Tiempo, en el 600 A.C

—Eso es mucho tiempo.

Zamato asintió.

—Es...- bueno, era una cuidad milenaria, hasta que Saluma la destruyó. Estamos en la colindancia con esta nación y con Yie, la nación del fuego.

—Las montañas rodean una parte de Yokai.

—Y la protegen de cualquier ataque de Yie. Es una barrera natural.

El vikingo se acercó a la entrada, moviendo unas ramas encontró a tres magas adolescentes, a lo máximo habrán tenido 15 años; Las tres llevaban un uniforme de una escuela de magia color turquesa, una de ellas flotaba sobre una nube, leyendo una revista juvenil. Las otras dos estaban jugando a saltar la cuerda. Ninguna de ellas opuso resistencia cuando los viajeros intentaron entrar a la cueva, la chica de la nube ni los miró, estaba demasiado metida en su revista para darse cuenta siquiera de la presencia de esos intrusos.

—¡Beatriz! tu estas a cargo, ¿no les dirás nada? Un sermón, ¡Algo!

—Eh... no, que pasen. No es como si el dinero que Hasley nos dio pague el tiempo que hemos estamos aquí.

Las otras dos asintieron.

—Pasen, es su casa—Les dijo la más joven con una sonrisa inocente.—Hasley dijo que esperaba visitas.

—Muchas gracias, señorita.

Les dejaron los caballos a las niñas, parecían ser personas de confiar, y entrando a la cueva. Apenas pisaron la piedra del suelo, una hilera de antorchas de flama verde iluminó su camino. Todos entraron con temor e incertidumbre. Niklás se quedó fuera, con Zamato.

No sirve de nada que entremos

Lamentablemente solo somos guías, no tenemos permitido intervenir. Pero les dimos toda la ayuda que pudimos, trayéndoles aquí y dándoles ciertos objetos.

Buena suerte

Solo fue un hasta luego, los dos animales se quedaron fuera, tranquilamente esperando a que los viajeros salieran triunfantes de su misión. Ellos por su parte, caminaron el pasillo, con la mayor cautela que podían, lo menos que uno quiere cuando está entrando a la guarida del enemigo es llamar la atención. Chryssiel no pareció entender la misión; Pasando una zona dividida en dos corredores con escaleras a cada lado, Leslie vio una habitación de armas gigante, parecía un cuartel militar o algo así. Ahí había más o menos, 17 o 18 dracónidos, algunos estaban entrenando a la luz de las antorchas verdes, otros custodiaban la entrada y unos pocos más estaban revisando un plan.

Viaje en tren: El robo de las piedrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora