3.

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Mi alumna.

Ashton.

La universidad donde trabaja mi padre es de las mejores pero eso no le quita el peso a las clases, el estarlo reponiendo por un par de dias me tiene cansado.

Detesto dar clases y si lo hago es simplemente por ella.

Entro al salón y todos dejan de hablar mientras pongo el maletin en el escritorio.

—Buenos días.

Tomo uno de los marcadores y escribo un par de cosas en el pizarrón mientras todos contestan.

—Estudiaran el diagnostico Ided y me presentarán un informe con las ideas que encuentren y que no fueron útiles la primera vez que se dio. También harán investigaciones y me hablaran de conexiones de este diagnostico con otros de su misma clase y del porqué son diferentes pero a la vez iguales.

Termino de escribir y vuelvo a mi mesa.

—Doctor, tengo una consulta, ¿Puede venir ayudarme?

Su voz me hace voltear y me sonrie con la punta del lapiz entre los labios.

—En un momento. El resto comiencen a estudiar.

Me quito los lentes que uso para estas ocasiones y me acerco a ella.

Se cruza de piernas haciendo que el vestido se le recoja aun mas y tragó viendo las piernas perfectas que tiene.

—¿Que necesita señorita Sullivanth?—Me pongo a su lado haciendo que nuestras caras queden a centimetros.

—Necesito que me des clases privadas luego de esta ¿Puedes?—Susurra ladeando la cabeza, nuestra respiracion se confunde y tengo que hacer acopio de todas mis fuerzas para no prenderne de los labios rojos que tienen una invitación clara para que los bese.

— Para ti siempre puedo—Le sonrió y asiente sin dejarme de ver la boca.

Sus clases privadas terminan siempre con ella abierta de piernas en mi escritorio.

—¡Doctor!

La voz de alguien me hace apartarme de ella. Una chica me sonríe.

—¿Puede venir? Tengo una duda.

—Claro.

Lucia me aniquila con la mirada antes de irme al otro puesto y le sonrió.

La chica me habla acerca de dudas para terminar con la pregunta de si puedo darle clases privadas, en otro caso aceptaria sin pensarlo, en este ni siquiera lo pienso.

—No puedo. También trabajo, por ello me es imposible—Me disculpo.

—Pero escuche que a ella—Señala a Lucia con el lapiz—Si le da clases luego de esta.

—Es un caso aparte—Frunce las cejas—Sus trabajos son una porqueria y por ello hago el esfuerzo.

—Es un doctor muy benevolente.

—Hago lo que puedo—Palmeo su hombro y la pelirroja se levanta hacia el basurero.

Clava su mirada en mi cada vez que puede haciéndome reír.

Vuelvo a mi escritorio y me concentro en los papeles que tengo, es poco lo que logro hacer sabiendo que sus ojos estan encima de mi. Que cada que cruza las piernas me da una magnifica vista de su cuerpo. Que se mete el lapiz a la boca mientras me estudia y que mientras la mayoria la ven solo tiene ojos para mi.

Empiezo a sofocarme sabiendo que ya quiero tenerla, se ha vuelto una completa necesidad.

El timbre suena y me levantó.

Extras InefablesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora