Dance Studio

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Yeji la mira por tercera vez consecutiva, analizando el alma de una pobre y a lo mejor, enferma Ryujin. Aparentemente, el día de ayer no había sido para nada bueno. Aparte de que llegó al departamento alrededor de las una y media de la mañana, Jisu la esperó pacientemente sentada en el sillón con su ceño fruncido y con el corazón en la boca.

Fue una escena digna de ver, Ryujin realmente pensó que estaba enfrentando a su madre, cuando la reprendía por cometer alguna travesura. En el fondo entiende que la actitud de Jisu es por su naturaleza protectora y claro, Ryujin vino sola a Seúl, por lo menos la misma Jisu tiene Yeji.

Cuando sus ojos se incorporaron al cielo raso de la habitación, sabiendo perfectamente que sí era la suya, no pudo evitar sentir su pecho apretado, esa amarga sensación de decaimiento y un triste dolor de cabeza. Genial. Había adquirido un resfrío y fiebre. Entonces así levantó, a penas, con su cuerpo medio muerto y pidiendo auxilio, salió de su habitación para encontrarse con la hogareña vista de sus dos amigas desayunando. Por un momento se asustó al ver que el reloj de la pared marcaba las diez de la mañana, pero el recuerdo de que ayer fue viernes la hizo tranquilizarse.

Yeji vuelve a mirarla por cuarta vez y la rubia esta convencida de que agarrar el sartén y golpearla sería una genial idea.

― Entonces... Ordenemos tu historia. ―dijo Yeji, con un poco de huevo atravesado en su boca mientras intentaba masticarlo―. ¿Dices que te atropelló un auto y una chica te llevó a su departamento estando tú inconsciente?

― Sí.

― ¿Y cómo hizo eso? Sinceramente yo sola no puedo arrastrarte más de diez metros.

Ryujin rodó los ojos.

― Dijo que su hermana la ayudo.

― Oh qué bueno, pobre chica, realmente la compadezco.

― ¿Ni siquiera un "¿Y cómo estás tú, Ryujin?"? ―dramatizó su pregunta, aunque realmente estaba indigna con su amiga. Corrección. Mejor amiga.

― Para qué. Estás frente a mis ojos y viva. ―la monólida volvió a tomar el tenedor entre sus manos y como una experimenta extranjera neoyorkina, tomó un trozo de tocino que devoró con muchas ganas.

Ryujin solo suspiró y dándole otro sorbo a su café matutino, dirigió su mirada a Jisu. Abrió sus ojos, asustada. Desde ayer la mujer no tenía una cara de buenos amigos, de hecho, ahora parecía salir sangre de sus ojos y su frente estaba tan arrugada que hasta a la rubia llegaba a doler al ver la tensión en la cara. Yeji hizo lo mismo segundos después, extrañándose en silencio en la mesa.

Las comidas entre las tres chicas no eran bulliciosas, pero tampoco silenciosas.

― ¿Estás... E―estás diciendo... Qué te a―atropellaron? ―Jisu enarcó su ceja y el tartamudeo de sus palabras no eran por nerviosismo, si no, por el mero hecho de intentar controlar su ira.

― Eh... ¿Sí? ―musito Ryujin, asustada. Se sintió pequeña ante ella.

― ¡¿Y qué mierda haces aquí?! ¡¿Cómo no fuiste a un hospital?! ¡¿Cómo ni siquiera esa chica fue capaz de llevarte?!

― Creo que debes enseñarle a Jisu a controlar la ira...―le murmuró tapando la boca con la palma de su mano. Yeji asintió con su cabeza frenéticamente. ― No fue nada Jisu, estoy bien.

― Ah sí... ¿Acaso no te has mirado en el espejo Shin?

Jisu se levantó fuertemente de su asiento, provocando que este se corriera por la fuerza. Camino hasta su habitación rápidamente y trajo consigo un espejo que no dudó en estrellarlo delicadamente en la pequeña isla de la cocina en donde estaban desayunando.

𝐐𝐔𝐄𝐄𝐍 𝐎𝐅 𝐍𝐄𝐖 𝐘𝐎𝐑𝐊 | [ryuryeong - mini fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora