1. amargo

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Otra mañana cálida.

Me desperté con el sol en los ojos y sus manos haciendo caricias a mi pelo.

Entre todas sus opciones no creo que estuviera lo que le iba a decir a continuación.

Antes de decir nada, se percató de que ya estaba despierta.

— ¿Ya despertó la bebé dormilona? — me rodea delicadamente mi cintura.

Dándole la espalda no sabía si terminar esto de una vez o seguir dándole falsas ilusiones.

Sí, es un chico excelente, pero eso fue antes de conocernos bien, ahora todo estaba mal entre los dos.

— Sí, ya desperté — respondí secamente.

Creo que dejé claro que no quería hablar.

Ivo apoyó su barbilla encima de mi cabeza.

— Sé que todo está mal amor, pero te prometo que cambiaré.

Me levanté aún dándole la espalda y mientras arreglaba mi pelo.

— solo dime cuántas veces más tengo que escuchar la misma mierda Khea, estoy cansada, no doy para más.

Se quedó aún tumbado en su cama, creo que mis palabras volvieron a dañarle.

Lo miré de reojo, parecía pensativo y tenía una expresión seria.

— Sabes que me cuesta Kiara. Sabes que esto no es fácil para mí, lo último que quiero es que te vayas de mi lado.

Se levantó lentamente y me dio un beso en la espalda.

Sentí un escalofrío.

Khea se puso al borde del otro lado de la cama y recogió su camiseta y pantalón que dejé anoche en el piso.

Siempre que lo de nosotros empeoraba lo arreglaba callándome y llevándome a su cama, y eso era algo que poco a poco me iba cansando.

Salió de su habitación dejándome sola y sin decir una sola maldita palabra más.

Se lo tendré que decir en el desayuno.

Me levanté y me dirigí a su armario, agarrando una de sus camisetas XXL.

Me puse mis pantuflas y salí, siguiéndole el rastro.

Maldito diablo • TruenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora