CAPITULO 2 UNA PUÑALADA TRAPERA

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En otra parte de la ciudad, Betty cenaba con sus papas y Michell.

Habían acabado de cenar y estaban tomando unos tintos antes de ir a la misa del gallo.

M: Señor Hermes, yo quería aprovechar esta reunión para pedirle la mano de Betty. - Esta abrió los ojos como platos. -

D.H: Pues me parece muy bien joven, llevan saliendo unos meses juntos y será un buen padre para la criatura que viene de camino.

M: No sé preocupa Don Hermes, yo lo educare como si fuera mi propio hijo.

Betty enfadada y llena de furia: ¿Cómo se atreven a disponer así de mi vida? Sin ni siquiera consultármelo.

D.H: Si usted no hubiera sido una desvergonzado podría opinar, usted es mi hija y acatara todas mis ordenes.

Betty llorando: No me esperaba esto de usted Michell y papa si quiere casarse usted con él, adelante, yo no se lo voy a impedir, pero ni usted ni nadie me va a decir con quien tengo que casarme, porque soy yo la que tiene que casarse, no usted.

D.H: No sea ingrata. ¿Qué hombre la va a querer con un hijo que no es suyo? Usted se casará con el señor Michell. El es un hombre muy correcto y respetable y la ama, aunque este esperando un hijo de otro. Ya ensució bastante nuestro apellido, por eso la deje venir a trabajar acá, para que no ensuciara más nuestro apellido.

D.J: Hermes no puede obligar a la niña a casarse.

D.H: Usted se calla, que eso paso por ser usted una alcahueta, mire como desgracio a esta familia. La niña con un bombo de Dios sabe quien.

Betty furiosa: Sabe lo que le digo, que se marché de mi casa cuanto antes y no vuelva jamás, así no volveré a manchar su apellido. Me canse de todas sus cantaletas y de que gobierne mi vida. Nunca más volveré a verle, renuncio a ser la hija de un hombre tan retrogrado, que solo sabe manipular a su hija para que haga lo quiera a su gusto y antojo. Se acabó dejarle que me humille, que me refriegue por la cara que soy una puta por estar embarazada. Cuando regrese no quiero verles en mi casa, se buscan un hotel o se va a vivir con Michell, si tanto le gusta. No me voy a casar con usted Michell. Esto ha sido una gran puñalada trapera por parte suya. No lo quiero volver a ver en la vida. Cuando pasen las navidades tendrá mi carta de renuncia encima de su mesa. Esto se acaba aquí y ahora.

Lo siento mama, pero no puedo seguir viviendo bajo el yugo de mi papa. Yo que usted me pensaría el seguir viviendo con él, no sé como soporta sus humillaciones. Si quiere separarse de él, las puertas de mi casa están abiertas para usted, pero solo para usted. - Betty se levanto, pego un portazo y se machó de su casa.-

Doña Julia enfadada: Lo tenían todo planeado. ¿Cierto?

D.H: Es lo mejor para la niña. Esta a punto de dar a luz y el chino tiene que tener un papa.

D.J: Lo odio Hermes. Esto fue la gota que colmo el vaso. Usted solo mira por su moralidad, sin importar a quien pisotea, aunque sea a su propia hija. Váyase de esta casa usted y Michell. Ya no son bien recibidos acá. Y no vuelva a dirigirme la palabra Hermes. Búsquese un abogado porque me voy a divorciar de usted. Ya no lo soporto. Prefiero estar con mi hija que con un viejo moralista y al cual no le importa el bienestar de su hija, solo su moralidad y lo que puedan decir de su hija los demás. Haga su maleta y márchese. Adiós Michell pensé que usted era una gran persona, que pena descubrir que no es así. Querer forzar a Betty a casarse de esta manera tan rastrera y sin haberle dicho nada a ella. No se la merece.

Doña Julia salió de la casa enfadada y caminando encontró una Iglesia abierta, estaban haciendo la misa del gallo, entro, se santiguo y estuvo rezando y llorando por todo lo que acababa de ocurrir.

Una Navidad inesperadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora