Capítulo Uno: Encuentro.

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Hace mucho tiempo se encontraba solo en aquel país, lo único que quedó de su familia fueron cenizas. Todos aquellos que alguna vez compartieron su apellido ahora estaban tirados en el lago, esparcidos entre el aire y el agua que corría.

Su nombre era Binghe, Luo Binghe, un hombre que apenas iniciaba su adultez. De apellido reconocido por aquel país, los Luo eran una familia rica y poderosa, que compartía incluso asuntos con el emperador del mismo país. Una familia que sirvieron a los emperadores desde siempre, sus herederos eran fuertes y destacaban como guerreros en la primera línea.

Rumores de que era tan poderoso como tres mil hombres no tardaron en esparcirse por toda la ciudad, que al mismísimo emperador que residía en el norte del país podría fácilmente derrocarlo, incluso sin ayuda. Y si bien esto no fuera del todo cierto, tenía una fama tan grande como el área cuadrada de un pueblo, este hombre vivía en la zona sureste del país.

Como cualquier hombre rico siempre tenía una buena vestimenta, su voz al hablar parecía melodía en el corazón e hipnotizaba la mente, un hombre del que podrías enamorarte con tan solo verlo de reojo. Miles de rumores corrían, pero nunca dejó ver su rostro ni una sola vez. Los rumores diciendo que era tan feo como un gul también se esparcieron, aunque la gente prefería creer que era guapo, especialmente las doncellas distinguidas de la nobleza, esas hermosas bellezas que deseaban contraer matrimonio con él.

Era verdad, este rico era muy atractivo. Con un rostro masculino, firme, ojos de color obsidiana con una llama roja iluminándolos, su marca bermellón en la frente como herencia de su familia, y sus labios humectados impregnados en un rojo carmesí natural.

Una mujer tocó con los nudillos de sus dedos la puerta, sin entrar. El hombre podía ver la silueta de la mujer, estaba inclinada haciendo un saludo formal. Su vestimenta era simple y no llevaba ningún adorno caro en su cabeza, lo único que adornaba su peinado era una pequeña flor blanca. Sus túnicas eran de color verdoso, blanco y menta, no utilizaba mucho maquillaje solo uno suave que la hacía tener una apariencia infantil e inocente.

— Mi señor —La voz de la joven sirvienta se escuchó, era amable y respetuosa, a la vez que portaba un tono serio, sus ojos eran de color negro—, su carruaje ya está listo. Llamaré a su escolta para que...

— No —interrumpió, vio cómo aquella mujer selló sus labios de inmediato. Era su sirviente más leal, la mejor con la que podía contar y quien no cuestiona ninguna de sus acciones como algunos se atrevían a hacerlo—, no hace falta. Prepare mi espada y manda a traer a mis sirvientas. Hoy es un día soleado y despejado, la compañía solo amargara mi visita.

— ¡Como desee mi señor! —La mujer dejó de inclinarse e inmediatamente fue a cumplir las órdenes.

Aún era alguien joven, apenas tenía 21 años de edad. Hace tiempo que ascendió a este puesto, su vida había sido muy distinta, mantener el honor de su familia no era nada fácil, y mucho menos con los constantes ataques y amenazas que recibía de otros señores ricos de renombre por envidia.

Binghe recargo su cabeza en el borde de la tina, se estaba dando un baño, deseaba limpiar lo mejor que pudiera su cuerpo antes de visitarlo. Tenía algo de curiosidad por ver el rostro de aquel sastre, su deber reside en brindar protección a una parte de la población, estar siempre atento, pero también pensaba darse uno que otro lujo.

Al final, hace mucho que no salía de su perimetraje, siempre encerrado en su casa era algo aburrido. No era un hombre de escuchar rumores pero, se decía que ese sastre a parte de hacer bien su trabajo tenía unos ojos dorados, eso era muy singular.

— Mi señor —Esta vez se escuchó la voz de un hombre, levantó su rostro mirando a través de la puerta, otra vez solo la silueta podía distinguirse—. Ha llegado una carta de la casa Liu.

El Sastre del Descanso de las Nubes || LuoZhan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora