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Capítulo 2 - Insuperablemente yo

Definitivamente lo volví a hacer. Que yo esté desnuda en la cama de un desconocido y sin recordar nada no me da tranquilidad, por el contrario se acentúa mi presentimiento de que algo pasó.

Me giro sobre espalda y mis ojos encuentran el techo, la habitación es de paredes azules y hay varios pósters de bandas de los 80 en ellas, la cama en la que me encuentro es super grande y espaciosa, fácilmente cabrían 3 personas en ella.

Luego de realizado el recorrido visual por el lugar me concentro en salir de aquí.

Sería muy cliché el decir que no recuerdo nada pero la verdad es que si recuerdo, no todo pero sí lo principal.

O sea ni idea de cómo llegué aquí, pero sé que vine con el chico pelinegro en el que me fijé cuando iba por mi segunda botella.

No sé cómo logré seducirlo o si no necesité hacerlo, sólo sé que aquí estoy y que mi entrepierna arde un poco por lo que estoy segura que fue más de una vez.

Me pongo de pie en busca de mi ropa y solo encuentro el sujetador y el jean, en una esquina aparecen mis bragas y procedo a vestirme.

Mi camisa no aparece por ningún lado, pero a ésta hora yo no pienso rebajarme a hacer la caminata de la vergüenza, me rehuso totalmente.

Aunque bueno, lo que hicimos me da de todo menos vergüenza, y es que joder ése chico si que sabe usar su lengua, dedos y todo su cuerpo si vamos al caso.

Yo soy de las que piensa que si quieres una buena noche debes buscar un deportista, digo esa gente se ejercita, mantienen buena condición física y generalmente saben que hacer en cuanto al sexo se trata, lo puede afirmar alguien fanática a los jugadores de hokey y a los de fútbol.

Es por eso que tengo mis dudas respecto al chico POLVO PERFECTO.

Ya que podría apostar la firma de abogados que el es deportista, sino es futbol, es baloncesto o algo así, pero de que juega juega, esos brazos no son propios de algún enclenque y obviamente ese cuerpo está trabajado y no como lo mandó Dios.

Me tomo mis cinco minutos de gloria mientras me observo en el espejo.

A decir verdad no me veo nada mal solamente en sujetador y jeans, simplemente que soy un desastre, eso si, un desastre sexy pero desastre al fin y al cabo.

Intento alisar mi cabello y cuando me siento un poco más persona, bajo las escaleras

Dios de todos los oblicuos, músculos y articulaciones, este chico está más allá de lo surreal.

Pelo negro, con un chandal del mismo color y los brazos que tanto he alabado se flexionan sobre su frente con una bolsa se hielo. Supongo que debe tener resaca.

Camino hacia él haciendo sonar mis zapatos para evitarme hablar.

Sus ojos se abren con pesar y me dejan ver el color de los mismo.

Verdes, unos ojos verdes profundos y muy lindos. Nada que ver con los míos azules, que hasta podrían resultar típicos y muy comunes.

Lo inusual en los suyos es que se adornan de pequeñas motas azules que hacen algo realmente grandioso por resaltar ambos colores.

Y quizás pienses ¿Cómo eres capaz de acostarte con alguien sin saber siquiera el color de sus ojos?

Pero aquí está el punto, yo estaba borracha no, lo siguiente. Y él por lo que veo también, lo que a diferencia de él yo no tengo resaca.

Su mirada no me dice nada, él simplemente me mira y yo le correspondo.

Miro a mi alrededor en busca de mi camisa perdida y al no encontrarla fijo mis ojos en el nuevamente.

—Necesito mi camisa.— Digo finalmente.

Eso parece despejarlo un poco porque su vista cae en mis pechos y yo ruedo los ojos.

—Está sucia la acabo de lavar.— Responde.

Bueno por lo menos no me está echando.

—Helen James—Me presento y extiendo mi mano hacia él.

—Erick Hythewaigh.—Responde estrechando mi mano y con una sonrisa ladeada.

Si se me permite decirlo éste es el más amable de todos mis ligues de una noche.

Él se pone de pie con la bolsa de hielo en la frente y me encargo de captar la forma en la que su chandal negro se aferra a sus caderas y le marca todo lo que se debería marcar en un hombre.

Camina y yo lo sigo con la mirada hasta que desaparece tras una pared y minutos después aparece con un plato y un vaso con jugo de naranja.

Lo deja en la mesa antes de mí y lo miro expectante, no creo que me haya hecho desayuno.

—Aquí tienes tu desayuno.—

—Erick no es necesario, yo solamente espero mi camisa para retirarme.—

—No seas tonta una cosa no quita la otra, desayuna y ya luego hablamos.

Él desaparece nuevamente y yo me dispongo a tomar el desayuno que se ve bastante apetitoso.

Minutos después él regresa con mi camisa entre sus manos y me la da, con un poco de mala gana, eso me hace fruncir el ceño.

—No era necesario todo esto, ni siquiera lo pedí.—Informo.

—Sé que no lo pediste pero no me molesta hacerlo, no me gusta ver a las mujeres como un simple objeto.—Replica.

—Pues podrías empezar a comunicárselo a tu cara, porque no se ha enterado aún.—

Y si, mátenme si quieren pero no puedo evitar hablar cuando algo me molesta.

Y su actitud definitivamente es algo que está logrando cabrearme a niveles épicos, se debe notar porque prácticamente estoy apuñalando el omelette en mi plato.

Sus ojos caen en mi y dejo mi desayuno a medias cuando me mira como si me analizara.

—¿Por qué una chica como tú se conforma con ligues de una noche?—Pregunta.

—¿Y cómo se supone que soy yo?—

—Pues así toda lanzada, otra chica anduviera toda tímida a mi alrededor si solamente usara un sujetador, tú en cambio caminas como si estuvieras en tu casa y admito que eso de presentarte me resultó un poco inusual en la buena manera.—Explica.

—Entonces me veo en la posición de hacerte saber varias cosas, primeramente, me siento cómoda con mi cuerpo por lo que no me avergüenza que me veas, segundo, tienes razón, soy lanzada y arriesgada, y por último, no me conformo con rollos de una noche y sé que valgo más que eso, tú fuiste mi última noche de locura.— Termino por decir .

Su cara en este momento podría valer millones.

Creo que está pensando que tengo alguna enfermedad terminal o algo así ya que me mira y algo de dolor se refleja en su mirada.

—Y no, no tengo algo como cáncer o cosas así, simplemente me aburrí de lo que yo misma me impuse, ahora busco una relación seria, me gustaría un chico un poco diferente al resto. Me aburrí de los que abundan en mi círculo que solo saben drogarse.—

Y es ahí cuando me detengo ¿Por qué le cuento todo esto? No puedo creer que simplemente me abrí a él (y hablo de abrirme sentimentalmente hablando, no lo tomen por el mal sentido).

Su cara perpleja me da una idea de lo que pasa por su cabeza, palabras como loca desquiciada deben abundar.

—Eso es algo diferente de escuchar.—Dice finalmente.— Además de algo loco por supuesto.—

—Pues no sé que pensarás cuando te diga que me juré a mi misma intentar conocer un poco al último chico con el que me acostase.—

Y si su cara merece un Emmy a la mejor actuación.

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