Aún no digería por completo el desayuno, cuando mi madre tomó su cartera y las llaves del auto.
-¿Lista? -me preguntó.
-Me lavó los dientes y vamos -le respondí.
Entré al cuarto de baño y me tomé el pelo en forma de coleta, quede estática un par de minutos mirando el reflejo de mis propios ojos, apagados con unas enormes bolsas a su alrededor, su aspecto transmitía frialdad.
-Se fuerte -pronuncié.
Salí en dirección al coche y me subí en el asiento del copiloto, mis piernas tiritaban y sentía las manos heladas.
Cruzábamos la autopista en dirección poniente, hasta llegar a mi instituto.Leí la inscripción que se encontraba a la entrada del establecimiento:
Instituto Golden "Formando mentes y proyectado al futuro".
-Boberías -dije en voz alta.
-¿Qué? -interfirió en la conversación "yo-conciencia" .
-Nada.
-¿Te recojo a la salida?
-No te preocupes, conozco la dirección, procurare no perderme -el sarcasmo se me escapaba.
-Esta bien -respondió con pena -Suerte cariño.
Me dio un beso, al cual me hice indiferente, cerré la puerta y me puse la mochila en un hombro. La entrada me era familiar y en vez de girar a la derecha por el corredor (mi habitual camino hacia la oficina de Víctor), me dirigí a el salón de Física.
-Que comience el show -dije, respire hondo y golpee la puerta -¿Se puede?
-¡Señorita Rotter! Sí, sí por favor tome asiento en silencio si no es mucha la molestia.
Fui el centro de atención, al parecer todos quedaron impresionados por mi repentina aparición. Mi antiguo puesto al lado de Anie estaba ocupado por Claris, no me sorprendí, simplemente la salude con un movimiento de cabeza y tome lugar en la penúltima banca juntó a Leyla.
La clase se me hizo eterna, odiaba física, tenía la sensación que el estúpido reloj se demoraba siglos es avanzar.
Uno, dos , tres, cuatro (...) ¡Sesenta! Un minuto menos.
Continúe de igual forma el tiempo restante.Sonó la campana que advertía el recreo de las 10:00 y me marche rápidamente.
Caminando por el pasillo en dirección a la oficina de Víctor me preguntaba ¿Estará bien lo que estoy haciendo? Mis sentimientos hacia él me producían una peculiar confianza.
Me encontraba a menos de dos pasos y sin percatarme ya estaba golpeándola.-Hola Vic -dije cerrando la puerta - ¿Te puedo llamar asi?
-Hola Elisabeth, sí como quieras -me sonrió ampliamente.
-Dime Eli, me gusta más -me ruborice.
Alguna razón me incentiva a querer buscar más confianza de la existente.-Toma asiento - dijo mientras señalaba el sofá.
-Tengo algo para ti -le comenté.
-¿Qué cosa? -preguntó extrañado.
-Creo que es momento de que leas mi primera carta.
-¿Enserio? -la chispa que repentinamente brotó de sus ojos, me resultó fascinante.
-Sí, creo que necesito tu ayuda para salir adelante y tengo plena confianza en ti, lo que es raro....nun..nunca he sentido esto por alguien.
-Gracias por confiar, ¡Adelante! -dijo con ansiedad. Parecía un niño pequeño apuntó de abrir los obsequios de navidad.
<<Adorable>>.
Abrí delicadamente el sobré y la hoja cautelosamente doblada se estiró, tome aire y comencé a leer.
•Primera carta
•Para: Quien pueda interesar.
•De: Elisabeth."Nadie sabe quíen soy, ni de donde vengo, mucho menos que oculto. A mis cortos 15 años, he sufrido más de lo que merezco sufrir, me he levantado sin la más mínima ayuda, ¿Qué mierda piensan de mi? ¿Soy indestructible? Pues no, no lo soy.
Este miedo fue el primero que experimente;
Vivíamos en una pequeña casa, con Julia mi madre y Nathan mi padre, él mi adoración, mi ejemplo a seguir, lo era todo.
Un día los encontré discutiendo en la cocina, era sólo una niña, el sonido de platos quebrándose y palabras al vaivén me despertaron. Me quede ahí, oculta en busca de la protección que me brindaba aquella pared, y apretando con toda mi débil fuerza un pequeño oso de peluche tratando de comprender lo que sucedía. Viendo la sombra de Nathan alejándose en dirección a la puerta, sin el más mínimo interés, en que su única hija presenciara semejante espectáculo.
Lo siguiente que oigo. Un portazo.
Mi madre, tendida en el suelo de la fría cocina sin mover un solo músculo, se percata de mi presencia.-Ve a tu cuarto.
Fueron las únicas palabra que pronunció con voz seca y dolida, no me quedó más remedio que obedecer.
Nathan no dio señales de vida. Luego de seis años volví a ver su rostro.
¿Mi padre? No, sólo era un extraño.
Llego pidiendo el cariño que creyó merecer.
Llego buscando una familia, esa familia que él mismo abandono.
Llego queriendo recuperar el tiempo arrojado a la basura, ese tiempo de soledad.
No merecí que me arrebataran un trozo de mi alma y luego lo intenten remediar con palabras lindas y cariños faltantes.
Ese día comprendí que temía volver a experimentar ese sentimiento de vacío. Ese sentimiento de mirar a tu padre marcharse, tenía un profundo miedo a sentirme incompleta...Un miedo al abandono"Termine de leer dicha carta, mis ojos estaban con un saco de lágrimas, sólo al pestañear pudieron deslizarse por mis mejillas.
-¿Nunca lo perdonaste?
-Nunca, ni lo aré.
-¿Supiste porque se marchó?
-Tenia otra mujer, otra familia, otra vida, adicciones.
El silencio se volvió incómodo, me quedé mirando a Víctor, por primera vez desde mucho, siento que alguien puede llenar ese vacío con el que cargo, afin alguien puede ayudarme a superar mis miedos.
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Las nueve cartas y sus miedos.
Roman pour AdolescentsMe llamo Elisabeth, mi edad no importa en este momento, sólo necesito que sepas mi historia, y trates de comprender por que cometí estos errores. Estoy pérdida en una vida falsa y llena de tormentos, traté de liberarme pero termine aún más sumergid...