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1978

Nubes grisáceas se arremolinan a las afueras del castillo dándole un gran ambiente frío y algo melancólico, en el Gran Comedor del Colegio de Hogwarts de Magia y Hechicería, solo se escuchaba los leves murmullos de los estudiantes hablando sobre El-Que-No-Debe-Ser-Nombrado, o como otros si se atrevían a llamarlo Lord Voldemort, y sus Mortífagos, que en esos días habían estado haciendo todo tipos de atrocidades bañando de miedo a toda la comunidad mágica por igual.

Situados en una mesa, justo al final, se encontraban cinco estudiantes del séptimo curso, un joven de cabello azabache desordenado e inquietantes ojos avellanas enmarcados con unos lentes de pasta redonda, miraba con interés la tostada que se encontraba frente a él, los pensamientos de James Potter vagaban por todo tipo de pensamiento, desde que podría morir hasta ser feliz con su amada pelirroja. Hace unos días le había llegado una carta de su padre, diciendo que lo mejor sería que en las vacaciones de navidad se quedará en el colegio, pues era el lugar más seguro y con muy pocas posibilidades de ser atacados. No negaría que se había molestado, el podía luchar a su lado, eran sus padres, haría lo que fuera para mantenerlos a salvo de la misma forma que ellos a él.

A su lado, un chico de potentes ojos grises con un brillante cabello negro miraba con el ceño fruncido el oscuro cielo de aquel día. Sirius Black no se había levantado aquel día de la mejor manera, hacía muy poco tiempo que había hablado con su hermano, Regulus Black, sabía perfectamente que él era uno de los seguidores de Voldemort, pero esperaba que con él dejara todas esas estupideces de pureza de la sangre y eso, pero solo fue un tiempo perdido. Amaba a su hermano menor, pero no era más que un completo imbécil que le sacaba de quicio, si tan solo el hubiera tenido el valor de pedirle ayuda o si quiera aceptarla, no estarían en esa situación.

Un joven castaño y ojos miel, de piel pálida con múltiples cicatrices leía un libro un poco desconcentrado. Remus Lupin soltó un suspiro e intento atender a lo que decía el libro, pero le era imposible con la cabeza puesta en los grandes problemas que siempre leía en el profeta. Él lo admitía, tenía miedo, mucho miedo a morir, a ver a las personas que quería morir; pero estaba muy claro que pelearía hasta el último aliento, ellos son su familia y lucharía por lo que crecía correcto, no importa que, el deseaba un futuro brillante y lleno de esperanza.  

Junto a ellos, las chicas leían el profeta con unas muecas, la pelirroja de ojos verdes semejados a esmeraldas intentaba reprimir las lágrimas leyendo sobre un asesinato de una bruja por ser hija de muggles, al igual que ella. Lily Evans apretó los labios sintiendo sus ojos arden aun más, continúo leyendo, le destrozo el corazón saber que la mujer se encontraba embarazada y su esposo, al no poder con esa carga, se suicidó.

La otra joven de un brillante cabello rubio y misteriosos ojos azules leía un artículo justamente a un lado del homicidio, sobre las prohibiciones y recomendaciones que daba el ministerio de magia para la nueva época oscura que se acercaba. Alessandra Ambrose soltó un resoplido, no podía creer las inútiles medidas que tomaba en ministerio. Ni siquiera habían podido para los ataques hacia los mismos funcionarios del ministerio, ya para ese momento había caído tres personas del departamento de seguridad y educación del alto prestigio, y sin contar todos los aurores muertos hasta ahora.

ÉPOCA | LEYENDO HARRY Y ROSE POTTERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora