V.

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¡Tenemos que llevarlo a Francia lo antes posible! — habló rápido el chico de cabellos azabache en cuanto salió de la estancia principal, quedando cara a cara con su supuesto amigo de toda la vida.

— ¡Estás loco Minhee! Sólo tenemos dos boletos de tren, una para usted, uno para mi y el último es para su alteza, no podemos darnos el lujo de desperdiciar nuestra última esperanza de salida. Le  recuerdo que ya no tenemos dinero.

— Pero si tú fuiste el que dijo sobre el parecido que compartía con Wonjin. — cruzó sus brazos arrugado el entrecejo. Parecía que el mundo realmente conspiraba en su contra, o bueno, eso era lo que decía Wonjin cuando algo no le salía algo del todo bien.

Era un verano de lo más caluroso, su camisa blanca estaba un poco pegada por sobre torso gracias a las diminutas gotas  sudor, el corbatin que tenía en el cuello lo hacía sentir asfixiado y que posiblemente se desmayaria apenas pisara el pulcro marco del conservatorio. Sus manos temblaban más de lo usual, si seguía así es posible que sus dedos no sean capaces de tocar el violín de manera excelsa. Era su única oportunidad para quedar en el lugar más prestigioso de música de toda Rusia y no quería quedar mal consigo mismo, ya no, ya había fracasado en tantas ocasiones y para ese momento le hacía sentir un manojo de nervios.

—Todo saldrá bien— el chico que estaba detrás lo distrajo de un posible colapso. — Y-yo, tengo muchos nervios, no se si pueda Minnnie hyung.

—¿Te estás escuchando? El mismo chico que me obligó a saltar desde el  acantilado casi congelado y sin protección, ahora me está diciendo que tiene nervios por tocar su violín frente a unas cuantas personas, ¿Esto es real?.

— Ya lo sé, pero esto es diferente, aquí está en juego mi futuro y no nuestra vida como cuando saltamos ese acantilado. ¿no me entiendes, cierto? Tú pasate esa prueba de de piano sin ningún problema, tienes talento.

— No diré nada, porque se que no hay forma de ganarte, pero si sigues con esa mentalidad, es posible que nunca llegues lejos y lo que realmente quieres en esta vida nunca se cumpla.

— ¡Es que el mundo conspira en mi contra!

[..]

—¿Qué se supone que le diremos al chico? — Preguntó Serim.

— Ya sabes, lo normal, "¿oye no te gustaría ir con nosotros a Francia para ver si eres el príncipe perdido?" — Minhee sonrió y ya estaba listo para escuchar la tremenda pelea que se armaria después de su comentario.

—Para estúpido no se estudia, ya no te preocupes en pensar algo, te lo agradezco, yo siempre terminó haciendo tu trabajo.

—Yo lo sé, querido — Sin pensarlo dos veces salió corriendo nuevamente, para reencontrarse con el chico peculiar.

—¡Iré a Francia!, esto es asombroso, posiblemente ahí encuentre a mi familia, entonces si podré ser feliz.

— Pero hay condiciones.— demandó Minhee , haciendo detener al pequeño de su casi improvisado baile de victoria — Debes de tomar lecciones con el Sr. Park, no podemos arriesgamos y perder nuestra oportunidad de llegar con la Reina.

— Claro, aprendo rápido, no les daré problema. — Se le veía con entusiasmo — Y también debes aprender el idioma, no matarían si supieran que no lo hablas.

13 de Diciembre de 1908

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13 de Diciembre de 1908.

El cielo estaba completamente despejado y eso lo agradecían de sobremanera, el viaje entren duró un poco más de 11 horas, tren que sólo podía ser ocupado por cierto tipo de personas. Jin no se pudo relajar ni en lo más mínimo, solo se ocupaba de mantener su distancia de los chicos que había conocido en el palacio, ellos no parecían personas comunes, desde que los vio supo que algo no andaba bien, pero al escuchar la tentadora oferta de ir a Francia no le pasó la idea de negarse. Ahora sólo quedaba esperar y aprender de las lecciones de etiqueta que le impartirán en poco tiempo.

—Toma— Serim le extendió una fina bolsa con un cambio de prendas en su interior — ese abrigo te queda enorme, se verá bien lo que Kang compró para ti, a la derecha está el sanitario — deslizó la puerta de cristal para alejarse del sitio. Jin quedó estático en su asiento mientras contemplaba lo que había en dicha bolsa.

Cuando finalmente se miró en es espejo, sus mejillas se tiñeron un poco y solo tocó con las puntas de sus dedos la aterciopelada tela de la camisa y el muy cómodo  pantalón de vestir que señia de manera linda sus prominentes caderas. — Esto es precioso — habló para si mismo, nuca había sentido una tela tan excelsa, pondría jurar que así se sentían las personas de clase alta, mejor dicho, ya estaban tan acostumbrados que posiblemente las cosas tan pequeñas no eran de importancia.

—¿Se encuentra listo, su alteza ? — Serim tocó la puerta de madera. — No me llame así, no soy él— su expresión cambió por completo a una de negación.

— Es lo que ahora eres, si quieres ir a Francia se debe comportar como si realmente fuese el príncipe, no te pedimos mucho. — colocó sus manos en su cintura esperando ser comprendido por el menor.

— Supongo que tiene razón, pero aún así, usted no tiene derecho de llamarme de semejante manera, soy simplemente jin — terminó por decir.

— Entonces dime Serim, hay que dejar a una lado la etiqueta. — Lo miró a los ojos y el contrario bajó la mirada, seguía apenado, aún no se acostumbraba a tener contacto con las personas, la culpable de todo esto en definitiva era Madama Durri.

— Ven conmigo, Minhee te está esperando en el vagón.

Jin caminó detrás de él sin alzar la mirada, cuanto más se acercaban al vagón donde se encontraba el amigo de Serim su corazón se aceleraba, de alguna forma extraña lo hacía sentir muchas cosas.

Al entrar lo vio sentado del lado de la ventana, estaba admirando el paisaje blanco y los pequeños surcos que emanaban del horizonte. Carraspeo la garganta y él finalmente dirigió su atención a los recién llegados.

Se levantó se su asiento y le extendió la mano a Jin, él dudoso la acepto y el contrario pegó su cuerpo sin pedir opinión. —Tu primera lección será de baile— lo tomó de la cintura y el de cabellera dorada colocó rígido su cuerpo, no dijo nada porque quería ver a dónde lo podía llevar ese simple tacto.

— Eres más pequeño de lo que imaginaba, ese abrigo negro era espantoso— El chico no habló porque en ese momento no sabía que responder, pero finalmente de un rato terminó hablando. — N-no era mio, el abrigo no era mio, es por eso que la talla era mucho más grande.

Dejó de hablar cuando el vagón se inundó de un suave matiz de piano, era relajado, un baile bastante simple, pero elegante al mismo tiempo. Con cuerpo relajado el balanceo de ambos era un deilete puro, como si ambos fueran destinados, como si fueran uno solo, se fundian al ritmo de la pieza. Era su destino encontrarse, pero también el destino se encargaría de mantenerlos juntos o separados.

 Era su destino encontrarse, pero también el destino se encargaría de mantenerlos juntos o separados

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Huele a final ;^)
jamás había llegado tan lejos en una historia xoxoxoxo.

Gnossienne 1 erik satie.

El destino real. »● MiniHam. ©√Donde viven las historias. Descúbrelo ahora