"Ponme algo de música ligera
Porque me siento ausente"Habían pasado un par de semanas desde el incidente de la primera noche en el apartamento y Davinia se sentía encerrada. Solo había salido para hacer la compra, y siempre acompañada. Además, se respiraba tensión en aquel pequeño apartamento. Así que decidió salir de allí, con cuidado de que nadie se diera cuenta.
Aprovechó que Sergio estaba distraído en su cuarto haciendo nosequé cálculos. Andrés había salido. Entró en su habitación y rebuscó en su armario hasta encontrar un par de vaqueros y una camiseta a juego. Abrió su caja de ahorros y comenzó a contar los billetes. No era mucho, se había quedado casi sin dinero en París, de ahí su urgencia para estafar a aquel empresario. Pero ahora no podía estafar a nadie y estaba sin pasta.
Suspiró un par de veces. Un pensamiento fugaz cruzó su mente. Podía vender su colgante. No sabía cuánto tiempo tendría que estar allí encerrada, o si la dejarían a su suerte en cualquier momento. Solo sabía que Sergio era alguna clase de científico loco y que tenía un plan maestro para hacerse con una fortuna. Y Andrés era... un narcisista al que le gustaba bromear con coquetería con todas las mujeres, lo había comprobado a las malas cuando Sergio puso el teléfono en altavoz aquella noche. Había salido a tomar algo y Sergio le llamó en el peor momento, según él. Davinia no quiso ser una cotilla, pero el piso era demasiado pequeño para no escuchar la conversación. No negaría que le molestó un poco el oír a la otra mujer reír por detrás, pero era normal. Ella lo consideró su héroe y lo había puesto en un pedestal en el cual no merecía estar.
Decidió dejar el colgante escondido entre su ropa y pensar en venderlo más adelante, con la cabeza despejada. Cogió unos cuantos billetes de cincuenta y salió por la puerta, con el corazón a mil.
No era la primera vez que lo hacía pero eso no quería decir que el miedo desaparecía. Caminó hasta la zona mala de la ciudad, donde todas las prostitutas se reunían cada noche para conseguir clientes. Pasó por algunas zonas bonitas antes de llegar allí y observó los escaparates. Un vestido azul se ceñía al cuerpo del maniquí. No pudo evitar pensar en lo bien que se vería en su cuerpo, pero el precio era... desorbitado. Era un vestido no un diamante. Suspiró y siguió caminando.
Se cruzó con personas risueñas y escandalosas, un grupo de chavales que disfrutaban de las primeras semanas de diciembre celebrando ya fiestas navideñas. Uno de ellos se chocó con ella pero ni se disculpó, por que estaba muy ocupado cantando alguna canción con su amigo.
Davinia se preguntó cómo habría sido su época de instituto si no hubiera tenido que sacarse los estudios a distancia. Estaba harta de ver dramas adolescentes donde disfrutaban del instituto sin apenas estudiar, pero ella quería conocer la sensación real. El agobio por sacar buenas notas y entrar en la universidad que prefieras, los celos de la chica que lleva la nueva colección de moda, los nervios antes de un examen, las ganas de que llegara el viernes... Y podría seguir enumerando sensaciones que nunca había experimentado y que dudaba que algún día llegara a vivir. Pero el momento de estar triste había pasado, había salido de ese agujero negro en el que su propia familia la había metido.
Continuó su camino hacia la periferia, hacia su penitencia. Siempre que tenía la oportunidad, lo hacía. Se sentía culpable, ella había escapado pero ellas no. Se acercó a la primera chica de compañía y le sonrió con dulzura. Ésta la miró desconcertada y con cierta repulsión. Tras unos segundos se encogió de hombros, el trabajo era trabajo.
-Espero que esto te de para cubrir la noche, ¿por qué no te vas a casa y descansas?- Sugirió Davinia mientras le entregaba un par de billetes de cincuenta.
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Dark Desires (Berlín x oc)
Fanfic¿Quién habría dicho que para encontrar el amor verdadero había que arriesgarlo todo en un atraco donde iban a fabricar dinero? Davinia desde luego que no. Davinia ha estado huyendo, robando y vendiendo información confidencial desde los catorce a...