ARIA MOON
Poco a poco fui abriendo los ojos, hasta que la luz que entraba por aquella extraña cosa transparente con cosas raras a su alrededor en forma de rectángulo, se acostumbrara poco a poco a mis ojos.
Desorientada miré a mi alrededor. Estaba, en un espacio ni muy pequeño ni muy grande. Era extraño estaba una especie de recipiente blanco lleno de agua dulce, en el sobresalía algo de color plata, con una manivela arriba de esta. Curiosa hice un movimiento lo que provocó que esa cosa, saliera agua dulce. El agua no paraba de salir, y estaba a punto de sobresalir de aquel recipiente extraño. El agua salía y salía y no tenía intención de detenerse, asustada y sin saber que hacer intenté hacer algo, pero todo fue en vano, porque me encontraba en territorio desconocido y no sabía cómo actuar.
Cerré los ojos con intención de que cuando los abriera todo esto parara de una vez, entonces de repente ya no oía como aquella agua salía de aquella cosa plateada. Decidí abrir los ojos. Poco a poco los abrí y parpadeé varias veces para que mis ojos enfocaran bien.
Allí a mi lado se encontraba un humano. Asustada intenté retroceder y el humano se dio cuenta de ello, entonces puso las palmas de sus manos hacía arriba, confusa y aún más asustada que antes, intenté salir de aquel extrañó lugar, pero fue inútil. El humano suspiro y entonces le oí hablar en un idioma desconocido.
-Tranquila, no te asustes no te haré daño- Dijo el humano.
Me quedé en silencio. No sabía lo que me estaba diciendo. Me removí inquieta y mi gran cola plateada se movió haciendo que pequeñas gotas de agua le mojaran ya que se encontraba frente a mí. Intuitivamente me llevé mis brazos sobre mi pecho intentando proteger mi cuerpo. Ningún humano es bueno y este que se encontraba frente a mí con una clara cara de preocupación en su rostro no iba a ser la excepción.
-Por favor déjame ayudarte, no te haré daño, te lo prometo- Habló una vez más, donde yo seguía sin entenderle.
El humano refunfuñó en voz baja y volvió a intentar comunicarse conmigo, moviendo sus grandes manos.
-Yo- se señaló a sí mismo. -No- movió un dedo en forma de negación. -Hacerte daño- hizo un gesto de dolor, o eso parecía. Al fin le pude comprender, pero seguía sin confiar mucho en aquel humano. Me relaje un poco, pero sin quitar las manos de mi cuerpo en un gesto de protección hacía mi misma. No confiaba en aquel humano de ojos azules, de eso estaba segura, ningún humano es bueno, lo sé porque he estado observando a su especie por años y porque mis padres me enseñaron todo sobre aquella especie que vive fuera del agua.
El humano al ver que estaba un poco más relajada se fue acercando a mi poco a poco, llevaba artilugios extraños para mí en sus manos, temblaba por el miedo y por el frío de la propia estancia, el humano se dio cuenta de ello, dejó las cosas a un lado y se fue hacía algo rectangular de color blanco con cosas de colores en él, tenía como una cosa que ponía cosas raras, estaba exasperándome porque no sabía que estaba pasando, si hubiera hecho caso a mis padres esto no estaría pasando.
Que ilusa fui.
De un momento a otro estaba atrapada en unas rocas con una herida en mi cola plateada, como había llegado hasta allí ni yo misma lo recordaba, solo sé que estaba con mi familia y una gran ola me arrastró y lo último que recuerdo es estar ahí atrapada y ahora, ahora estoy aquí y no sé qué hacer para poder ser libre.
Miraba al extraño humano, como caminaba hacía los artilugios que tenía antes en sus manos y posteriormente venía hacía a mí. Estaba muy asustada, pero quise por un momento confiar una pizca en él, así que le dejé hacer, había dicho que no quería hacerme daño, pero ¿y si estaba engañándome? No tenía que bajar la guardia.
-Me llamo Ethan- se señaló a si mismo con su dedo índice- ¿y tú?- me señaló luego a mí- ¿cómo te llamas?- me señaló a mi después de preguntar.
No sabía qué hacer. No debía relacionarme con humanos. Una sirena y un humano teniendo interacción era patético, irreal y absurdo, éramos tan diferentes, pero no sé porque lo hice, pero dije le dije mi nombre con hilo de voz.
-Me llamo, me llamo Aria-
-Bonito nombre Aria, ahora puedo seguir curándote esa herida, quiero ponerte una venda, para que la herida no se infecte- Ethan me explico lo más despacio que pudo señalando los artilugios en sus piernas y después a mi cola.
Yo asentí temerosa, le di un voto de confianza, se veía sincero y sin querer hacerme daño. Ethan me puso esa tela blanca con cuidado, la herida no estaba tan mal como pensé, gracias a mi metabolismo capaz de recuperarme por un corto periodo tiempo, la herida casi estaba cerrada.
El humano se sorprendió al ver mi herida tan cerrada, por su expresión de asombro intuía que que me había traído hace unas horas de la playa donde me encontró varada, Ethan me puso la venda con delicadeza y después de eso solo guardo los artilugios y se fue no sin antes decirme que si necesitaba algo que gritara su nombre y él acudiría a mí.
Después de eso el humano se metió en algo que parecía blanco y se tumbó ahí cerrando sus ojos y procediendo a lo que parecía que era dormir, así que yo seguí sus mismos pasos, me recosté en el agua temblada de aquel espacio reducido haciendo que mi cola sobresaliera aún más de ahí y procedí a cerrar los ojos y a dormir soñando que todo esto era una pesadilla que me encontraba en mi casa en el fondo del mar con mi familia.
ESTÁS LEYENDO
MERMAID
FantasySolo sabemos un 5% de las especies que se encuentran en el océano: pero ¿Qué hay del otro 95%? Las sirenas han vivido durante miles de años en el océano, pero eso los humanos no lo saben. Han permanecido ocultas al ojo humano durante siglos. ¿Pero...