En llamas

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Sus manos temblaban mientras sujetaba el celular entre ellas. Dentro del taxi, veía las calles desvanecerse de su vista conforme el vehículo avanzaba. Yuuri deseaba gritarle al chófer que fuera más rápido, pero se creía incapaz de alzar la voz sin que esta se escuchara rota, resquebrajada. En realidad, no sabía cómo demonios podía estar respirando con normalidad en ese momento; cómo era capaz de mantenerse en el asiento, con un ligero temblor que sería imperceptible para cualquiera. Le sorprendía cómo es que aún no se desmoronaba, como es que no rompía en llanto o desesperación, a pesar de que sus pensamientos sí eran un lugar de desastre donde no quedaba nada claro, ni siquiera el temor.

El celular estaba apagado, lo hizo tras recibir las indicaciones del hombre que había secuestrado a Phichit. Parte de las condiciones era que fuera a solas a su departamento, sin decirle ni una palabra a Nikiforov. Lo apagó porque se imaginaba que Víctor seguiría insistiendo y Yuuri no tenía cabeza para fingir que estaba bien ni mucho menos recordar cuál era la razón por la que estaba furioso con él momentos antes.

Claro que era consciente de que todo eso podía ser una trampa, ¿pero qué podía hacer? ¿Dejar solo a Phichit? ¿Arriesgarse a comunicarse con Víctor y que Phichit muriera por su causa? Por lo menos, si iba bajo las condiciones dictadas, podría pedir que a Phichit lo dejaran en paz y lo tomaran a él en su lugar.

Poco menos de media hora le tomó al vehículo entrar a su calle y detenerse frente al edificio donde vivía. Apenas recordó pagar al conductor antes de comenzar a correr hacia la entrada. Su departamento estaba en el piso tres de los cinco que conformaban el edificio; subió las escaleras con grandes brincos y más de alguna ocasión trastabilló con sus propios pies, pero no cayó. No lo hizo.

Cuando estuvo finalmente frente a su puerta, se quedó en blanco durante algunos segundos: el hombre solo le había dicho que fuera ahí, pero nunca le comentó que encontraría a Phichit dentro. Yuuri lo supuso solo por relación, por obviedad, pero entonces varias preguntas saltaron en su mente como chispas de un artefacto que explotó: se supone que Phichit estaba en el bar, eso era seguro porque estuvo conversando con él durante casi una hora mientras esperaba a Víctor. No duró mucho tiempo dentro de Ladity Man, si acaso media hora contando el tiempo que vago por las calles sin rumbo. ¿En qué momento lo habían secuestrado? ¿Lo hicieron en el bar? ¿En las cercanías? ¿Cómo lo hicieron sin que nadie de la gente de Nikiforov lo notara? ¿No se supone que siempre había personas vigilando? ¿Cuidándolos?

¿Acaso...?

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Había comenzado a rondar un rumor en Ladity Man desde hacía varios meses atrás: un hombre adinerado, pero no reconocido en el medio, daba propinas bastantes sustanciosas a las chicas a quienes solicitaba servicios privados. En un principio, fueron gestos sorprendentes y no tan habituales, por lo que de pronto, varias mujeres se habían interesado en servirle. Se volvió un cliente bastante cotizado. Pronto se hizo reconocible, no solo para quienes contrataba, sino para todos los trabajadores del lugar: sus generosas propinas ya no eran solo para las chicas, ahora se distribuían para todo trabajador con el que tuviera contacto: guardias, meseros, personas de mantenimiento y aseo, entre otros. Pronto se volvió bastante familiar para todos: lo recibían con una gran sonrisa, lo trataba casi como al mismo Nikiforov. La única con la que se había negado a tener contacto era con Lilia.

Al fondo (Yuri!!! on Ice)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora