Resurrección

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On Ice Bar resucitó como el fénix: desde las cenizas de un fuego a punto de extinguirse. Después de dos meses de que Yuuri realizara la asociación con Nikiforov y su mafia, el bar se volvió un completo éxito; en ese poco tiempo superó por mucho la cantidad de clientes que tuvo con su antiguo administrador en sus mejores épocas. Aunque, a decir verdad, el tipo de clientela común que ahora asistía no era precisamente lo que cualquier dueño quisiera ver frecuentando su establecimiento. Toda persona que cruzaba la puerta tenía, como mínimo, un historial delictivo de mayor o menor grado. Y, si acaso no lo tenía, era más preocupante, pues quizá quería decir que tenía la plata suficiente para borrar del registro cada uno de sus crímenes. Víctor y su comitiva de más confianza eran la mejor prueba de ello: tenían un historial tan pulcro que cualquier santo se los envidiaría, aun cuando en sus manos había demasiada sangre y lágrimas derramadas. A Yuuri en realidad no le preocupaba mucho el asunto, le bastaba con que cada cliente pagara su consumo y no provocara disturbios dentro. Si acaso querían pelear o matarse, que lo hicieran fuera, preferiblemente a varios kilómetros de distancia. Tal vez era la presencia de Víctor y el conocimiento de que ese bar formaba parte de sus negocios lo que mantenía la paz en un nivel perfecto, seguramente porque los clientes le tenían cierto respeto y miedo al lugar por eso.

Se podía decir que todo marchaba de maravilla en On Ice Bar, pese a que ni Yuuri ni Phichit tenían experiencia alguna en administración de negocios, siquiera para llevar cuentas básicas, por lo que, a sugerencia de Víctor, contrataron a la misma persona que se hacía cargo de otros negocios suyos: Yakov Feltsma. Phichit nunca confió en esa decisión, se imaginaba que les veían la cara y tomaban más dinero del correspondiente, mismo que seguramente utilizaban en negocios más turbios; pero, por su parte, Yuuri estaba complacido con no tener que preocuparse por un tema que no sabía cómo manejar. Además, cada semana sin falta, aparecía en su cuenta bancaria (misma que Yakov abrió para él) una cantidad de efectivo que cada vez rebasa por mucho sus expectativas. El dinero ganado en el primer mes era casi el triple de lo que logró en todo el tiempo que trabajó para Celestino. Solo se preocupaba porque Phichit recibiera la misma cantidad de pago que la suya, aunque Yakov insistía que, como era el dueño oficial del bar, su abono debía ser mayor. Si al final Víctor se hacía con más dinero del que le correspondía, no le importaba y tampoco era como deseara entablar una discusión con el líder de un extracto de la mafia rusa que podría desaparecerlo para siempre en cuestión de minutos. Aunque alguna de sus decisiones anteriores hacía parecer lo contrario, sí apreciaba mucho su vida como para buscar problemas gratuitos.

Tras la apertura del segundo mes, se vieron sobrepasados con la clientela. Yuuri y Phichit habían trabajado solos hasta entonces, como meseros y barman por igual, con la creencia ingenua de que el bar tardaría mucho más tiempo en recuperarse. Pero ahora se daban cuenta de la realidad: era imposible que los dos se hicieran cargo de todo, necesitaban por lo menos un par de terceras manos que los ayudaran para no sentirse tan asfixiados y agotados al final de cada jornada. Víctor estuvo de acuerdo con la idea, aunque no quería involucrar a cualquier persona en el negocio que fuera ajena a lo que ocurría tras líneas en el bar, pues se corría el riesgo de que los delatara, por lo que fue él también el encargado de buscar y contratar al nuevo empleado: alguien llamado Georgi Popovich.

Su historia de cómo llegó hasta Víctor era conmovedora, aunque un poco patética también. Su novia lo había abandonado por un hombre de mayores ingresos, y él, con la seguridad suicida de que no podría vivir sin ella, llegó a la conclusión de que el único trabajo que lo forraría de dinero al instante lo encontraría con la mafia: ya fuera en cuestiones de droga, lavado de dinero, contrabando o incluso sicario; nada importaba si con eso podía recuperar al amor de su vida. Víctor veía en él entusiasmo y lealtad, pero no la sangre fría ni los motivos suficientes para encargarse de trabajos sucios. Por ello, cuando vino la oportunidad del trabajo en el bar, creyó que sería perfecto. Y lo fue. Aunque extraño a veces y con ciertos ataques depresivos cada vez que recordaba a su novia, era un buen trabajador. Parecía contento con el empleo, y no solo se esforzaba por complacer a Víctor en todo momento, sino a Yuuri también, a quien consideraba su jefe directo. Para Katsuki fue demasiado extraño que una persona comenzara a llamarlo "jefe" cuando nadie en la vida lo había hecho antes, pero le fue muy sencillo acostumbrarse a eso, tanto como tomar la batuta de dar órdenes, no solo a Georgi, sino a Phichit también. Ante eso, él usualmente lo miraba con una expresión de extrañeza antes de estallar en risas al creer que su amigo solo bromeaba... pero Yuuri casi nunca no lo hacía.

Al fondo (Yuri!!! on Ice)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora