28. Tarde²

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Seungmin hizo un sonido ahogado con la garganta y se alejó rápidamente de su cuerpo, moviendo sus ojos hacia los suyos en señal de desesperación. Su corazón se había parado por un segundo y ahora estaba dando millones de vueltas alrededor, presionándole el pecho y quitándole todo el color a su rostro. Minho desvió la mirada, rebuscando unas llaves en su bolsillo y entregándoselas con un intento de calma e indiferencia.

── Anda abriendo el auto, Seungmin.

Vio que el muchacho asintió, hizo una reverencia y salió corriendo, perdiéndose entre el montón de gente, y finalmente se volvió hacia el capitán de deportes. El rostro de Hyunjin pasó por una especie de diez expresiones distintas antes de que abriera los labios.

── ¿Qué te pasa?

El alto colocó un semblante inexpresivo y se pasó la mano por la nuca, contrayendo la frente.

── Venía a comprar cosas... Él trabaja en mi casa, ya lo has visto antes, por eso vino conmigo. Necesitaba quién me cargara las bolsas y las pusiera en el auto.

── Estaban de la mano...

── ¿De qué hablas? ──Minho elevó una ceja, sin dejar de mirarlo.

── Cuando llegué, estaban tomados de la mano.

── Claro que no, deja de hablar estupideces, Seo.

Hyunjin dejó caer la mandíbula con exageración, como si su equipo estuviese siendo goleado ante sus propios ojos y no pudiese creérselo. Se exaltó un poco, dándole una palmada en el hombro.

── ¿No te has dado cuenta? ¡Te estaba tomando de la mano, loco! Estaba agarradito de tu mano y con la cabeza recostada en tu hombro, todo acarameladito. ¿Cómo puedes dejar que haga eso?

── ¿Te has fumado o algo anda mal en tu cabeza? No estábamos de esa forma.

── No me digas que...

Minho sintió que una corriente sacudía sus huesos y su cabeza.

── ¿Qué? ¿Qué no te diga qué?

El ícono de fútbol se quedó sin decir nada un buen rato y luego sus músculos se suavizaron, soltó las bolsas y estalló en carcajadas, abriendo más sus grandes ojos.

── ¡Tu empleadito está flechado por ti! ──se vaciló, dándole otros dos golpes en el hombro──. No puedo creerlo, Minho, ¡tu empleado está tocado por ti!

── Oh, mierda.

Oh, mierda, de verdad.

El aire le volvió a los pulmones y su sangre empezó a circular por sus venas con normalidad otra vez, recobrando cada parte de su cuerpo. Sí que era estúpido; a pesar de que medía casi dos metros y corría como el diablo, su cerebro no iba tan rápido como sus piernas.

── Pues qué lástima, ¿no puedo hacer nada, no?

── No, solo no te le pegues mucho o la gente va a pensar otra cosa ──recogió las bolsas del suelo, viéndole con ironía──. Wow, Minho, no puedo creer que estés tan bueno que hasta los hombres caen. Mejor me cuido, no me vaya a terminar enamorando de ti.

Se siguió carcajeando a sus anchas, sacudiendo sus hombros anchos, mientras se colocaba unas gafas negras y mostraba su fila de blancos dientes.

── Casi me había dado infarto. Pensé un montón de locuras, pero mejor no te las digo o me colgarás ──echó un vistazo a su reloj y se arregló la chaqueta──. Es tarde, me quito, tengo que ir a comprar unas cosas y luego irme a entrenar en dos horas. ¿No vienes al partido? Vamos, Minho, no seas así, tú sabes que es importante. Puedes traer a tu nuevo fanático si quieres, mientras más gente, mejor. Quién sabe y termina uniéndose al grupo de porristas.

inocencia pasional ✧ knowminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora