Cómo el Grinch salvó al elfo

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-¡Max! ¡Max! ¿Dónde está ese perro tonto?

El Grinch pasó por la cocina, solo vio la compleja máquina de desayuno que en la mesada yacía.
Bajó a su estudio y solo encontró la gigantesca pizarra con restos de un plan que fracasó.
Luego fue hasta el gran comedor, la larga mesa y sus asientos vacíos, no había ni un tenedor.
Por último, arrastró los pies hasta la entrada principal y suspiró fastidiado al ver a Max rascando la puerta con intensidad.

-Max, ¿qué haces? Debíamos vernos en la biblioteca

El perro soltó un ladrido y siguió rascando. El Grinch bajó los hombros derrotados, caminó hasta la puerta y abrió con escándalo.
Una ventisca de nieve ingresó a la cueva y él pateó a Max hacia afuera

-¡No te tardes y haz donde pueda verte!

Max aterrizó sentado en la nieve. Se puso de pie, se sacudió y salió corriendo como quienes les temen.
El Grinch se alarmó y llamó a toda voz

-¡Max! ¡Oye! ¡Vuelve aquí!

Agarró su bufanda, tirando al suelo el perchero, y salió de la cueva tras su perrito faldero.
Resbaló unas cuantas veces y en un momento fue incapaz de correr, dando pasos pesados que hundían sus pies.

-¡Max! ¡Max!

Su voz, fuera de hostil y enojada, se escuchaba triste y desesperada. Su fiel compañero ahora estaba perdido en la montaña.
El Grinch cayó de rodillas, hundió las manos en la nieve y soltó un horrible y lastimero grito que solo él podría dar si así quiere.

Maaaa...! ¿Uh?

Puso la mano en su oído y escuchó preciso. Escuchó los lejanos ladridos del perro, ladridos de ayuda, de aviso.
El Grinch se levantó con velocidad y, cubriendo su rostro del viento helado, caminó hasta le cima de la montaña sin chistar.
Allí encontró a Max, su fiel compañero, sentado en la nieve, sentado en el hielo.

-¡Max! ¡¿Por qué hiciste eso, perro tonto?! ¡Me hiciste sentir... sentimientos!

Max ladró en alegría pero no se movió de su sitio. El grinch lo miró con intriga, parecía de nuevo un cachorrito.
El perro se encontraba junto a un montículo de nieve que, extrañamente, estaba temblando como lo harían los Quienes.

-¿Max? ¿Qué tienes ahí? Agh. ¿Otra vez enterrarse a un Quien? Ya te dije que ese es solo un plan de respaldo

El grinch caminó hasta el montículo y comenzó a quitar la nieve de lo que sea que estaba allí abajo. ¿Algo vivo? ¿Algo muerto? ¿Algo por lo que estar preocupado?
Se detuvo cuando vio algo inusual, algo rosado y redondo. Lo miró con atención, no pudiendo salir de su asombro.

-¿Qué es esto?

Lo tocó una vez, nada pasó. Le dio dos toques, nada pasó. Lo agarró entre dos de sus dedos y lo apretó, el extraño algo se quejó.
El Grinch se apartó desconfiado y Max ladró y saltó a su alrededor. No estaba asustado, pero si estaba desconcertado.

-Ya sé,ya sé

Se acercó nuevamente y siguió quitando la nieve hasta liberar el peso de aquel algo. Descubrió un rostro, pero uno extraño, y nada delgado.
El objeto rosado era la nariz, mas grande que la de cualquier Quien, y su piel sin pelaje no lo calentaba muy bien.

-¡Max, trae el carrito!

El perro salió corriendo con prisa y el grinch se sentó en la nieve a disfrutar la ventisca.
Max llegó al rato cargando el pesado trineo, el Grinch subió al extraño ser y tiró de el como quien le deja el correo.

Llegaron a la cueva cansados y sin aliento, la nieve se derritió y dejó al ser al descubierto.
El Grinch lo miró atento, era pequeño, si, pero contrario a los niños, no dormía a causa del sueño.

-Max, prepara un balde de agua caliente. Muy caliente

El perro obedeció. El Grinch rodeó al ser y también lo olfateó.

-Huele dulce. Que asco. ¡Ponle una cama junto a la tuya también!

Max ladró en respuesta, el Grinch asintió y se fue a tomar una siesta.

Una verde Navidad (Freebatch/Grinard)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora