los viejos del bar de la esquina toman café y fuman marlboro
el olor a humedad los deja impune, el tiempo se para y yo los miro con envidia desde la otra esquina, cuando retumban los auriculares y ellos te miran.
quiero ser un viejo en el bar de la esquina, de los que toman café y fuman marlboro
pero sobre todo quiero la impunidad de la humedad y la sillita de plástico, de la alfombra llena de puteadas, del cartelito de cerrado y, sobre todo, del vinilo de wifi que rompe con la escena y los deja usar su teléfono para traerlos de nuevo al siglo de las verdaderas luces, en el que siguen siendo impunes.
para seguir tomando café y fumando lo que sea que fumen porque yo no fumo y no sé lo que hacen, porque no soy ellos ni lo voy a ser.
