Palabras a Ran Takahashi

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— al fin graduados — dijo Vi — eso es bueno, porque a excepción de ustedes, todos me caían mal — hizo reír a todos.

Los alumnos de tercer año del club de volley y las alumnas de basket eran amigos cercanos desde que compartieron coach en el primer año de todos. Y la preparatoria completa lo sabía. No era de extrañarse verlos reír o jugar.

— oigan, ¿los gemelos Lewis Laurent están llorando? — comentó uno de los chicos al verlos abrazados.

¿Como no llorarían? Key se quedaría en Japón para estudiar en la Nittaidai, mientras su gemelo iría a Inglaterra por una beca a un colegio de fotografía. Se separarían por mucho tiempo y distancia después de pasar toda su vida, antes y después de nacer, juntos.

La primera en ir y abrazarlos también fue Vi, quien aún no le confezó al chico que gustaba de él. Fue bien recibida, y ahí fue cuando los demás se unieron igualmente.
Todos los demás cursos pudieron apreciar su cercanía una última vez.

Ran se había ocultado en el cuello de Key, comprobando ese tan adictivo aroma a lavanda de su perfume.

Se separaron a despedirse de sus cursos, excepto por los gemelos, Violet y Ran.

— ¿dónde están tus últimas cosas, Thomas? — cuestionó Key secando sus lágrimas.

— en mi casillero del gimnasio. Ya sabes la contraseña — limpiaba sus mejillas también.

Key tomó a Ran de la mano para llevarlo junto a ella. Esos torpes enamorados aún debian discutir cierta cosa y sentimientos, y no refiriendonos a Ran y Key.

Después de caminar unos metros lo soltó, pero este aún así le siguió como perro guardián. Ambos de cierta forma ansiosos, se incomodaban al no poder iniciar una conversación por primera vez con alguien a quien conocían desde hace casi 6 años.

La muchacha abrió el locker y fue cuando él se armó de valor.

— ¿te puedo preguntar algo, Key?

Le sorprendió como ella se tensó y relajó tan rápidamente en un santiamén. Cerró el frío casillero una vez sacó las cosas y lo observó a él.

— claro. ¿Qué pasa?

— ¿tu eres quien me escribe las notas? — se acercó para que no escapara, dejándola sin escapatoria contra las filas de lockers.

La impresión en el rostro de ella lo hizo sonreír.

— lo sabía.

— ¿cómo lo supiste?

— tu aroma a lavanda es único.

Se maldijo a ella misma por siempre guardar las notas en el bolsillo donde llevaba su perfume para después de las prácticas.

— ¿sabes lo feliz que me hace esto? Es decir, porque eso significa que ambos sentimos lo mismo.

Quedó en blanco al escuchar eso. ¿Él le acaba de decir que corresponde su amor?
Todo ese miedo que tenía de perdes su amistad con él se esfumó cuando sientió ese toque que nunca imaginó obtener. La estaba besando.

Volvió a llorar, esta vez de alegría.