Prólogo

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Hay momentos en la vida en los que algo cambia, aunque sea una sola cosa, y todo lo demás se vuelve extraño, incomprensible, como si tuvieras fragmentos de un solo rompecabezas que no son capaces de encajar. Y te preguntas cómo sucedió, cómo ocurrió todo eso.

Son esas cosas que provocan una reacción en cadena, al igual que cuando se rompe el pilar de un edificio y ves como todo se derrumba lentamente, pero a grandes trozos. Así que ahí ves como cae tu rutina, tus pasatiempos, tus relaciones personales, tu vida...

Y aunque haya pasado un tiempo, solo eres capaz de deambular por los escombros y ver cómo eso demostró lo fuerte que fue al marcar un antes y un después en tu vida. Deberías ser capaz de superarlo, de aceptarlo como tal y seguir adelante... Pero era imposible, ya que ese gusto amargo en tu boca no parecía querer desaparecer.

Parecía quedarse ahí.

Eternamente.

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