La Noche Que La Luna Lloro

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Ilustración : ig: arte_montes

El reloj marcaba las 2 de la mañana y el viento frio golpeaba desesperadamente mi ventana. Sumergida entre mis cobijas miraba la pantalla de mi teléfono y con la vista nublada por el llanto admiraba como mis hermanas se levantaban en redes sociales. Ni con todas las estrellas del universo pude cuantificar el orgullo que lentamente invadía mi cuerpo de alma fracturada. La lista de agresores crecía y crecía como crecen los arroyos hasta convertirse en ríos para llegar a este mar conocido como sociedad. Las denuncias y testimonios se apoderaban de las redes sociales, y el tendedero triplicaba su tamaño.

En mi interior una desesperada angustia me atormentaba, pues el corazón me impedía hablar. Las paredes a mí alrededor se cerraban y la tristeza visceral que me acompaña de noche a noche me asfixiaba y justo cuando estaba a punto de estallar escuche el llanto agonizante de la luna el cual me animó a asomarme por mi ventana con la intención de consolarle.

Me conto sollozante como un vanidoso astro solar le había robado el brillo quemándola con su intensidad. Aquel cínico, ególatra y superficial astro alto con barba y lentes, piel morena y cabello desaliñado, por voluntad y narcisismo con abrazadores rayos consumió las vestiduras de la delicada luna calcinando su blanca y suave piel, dejándole marcas que ni con 1000 baños de galaxia lograba quitar. Los planetas quienes en su vicisitud moral le humillaron diciéndole que aquel terrible acto fue su culpa. Y mientras le escuchaba su luz comenzaba a menguar.

Con torpeza le trate de tranquilizar, le comente que las mujeres estábamos alzando la voz, exponiendo a aquellas rocas frías y vacías que en su momento vimos como radiantes esferas de gas y esta, descendiendo se convirtió en esmeralda, tomándola entre mis manos la apoye en mi pecho justo entre mis pesares y mi corazón, susurrándole al oído: "no estás sola".

Proclamándome desdichada y con aquella piedra preciosa en mi pecho deje entrar el frio viento por mi ventana, el cual acariciándome el rostro delicadamente me invito a bailar un vals entre las estrellas, pues mis desdichas hicieron temblar al universo el cual conmovido por mis lágrimas convertidas en perlas me invitó a decorar la galaxia con ella.

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