iii. nuevamente

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───ᴘᴇᴛᴇʀ ᴘᴀʀᴋᴇʀ

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───ᴘᴇᴛᴇʀ ᴘᴀʀᴋᴇʀ

Despertarme como cada mañana, ponerme las gafas como cada mañana, arreglarme como cada mañana, después de ducharme, como cada mañana. Eso es lo que hacía, por si no quedó claro, cada mañana.

Mi vida era monótona, sí cambiaban las cosas pero siempre las típicas, el cambio más grande en mi vida en el último mes fue que me cambié del champú de manzana al de coco....

Y con esa idea monótona me iba a dirigir al instituto, mi primer día iba a ser como siempre. Presentaciones y amenazas disfrazadas de advertencias. Nada nuevo, así que como siempre dirigí hacia la puerta para ir al instituto.

―¡¿Has desayunado ya, cielo?! ―escuché a mi tía gritar desde la cocina―. ¡Es muy importante que lo hagas!

―Sí, tía May... He desayunado ―respondí. 

―¡¿Seguro?! Tomar una manzana no es desayunar ―Me reprendió―. Tienes que tomar además lácteos, como mínimo. 

Abrí la puerta hacia el rellano y rechinó, porque como siempre se me olvidó echarle aceite, pero no me era molesto.

―Me cogeré un café con leche en el camino, no tengo tiempo para tomármelo aquí ―dije para irme―. ¡Adiós May!

―¡Suerte en tu primer día, cariño! ―oí a lo lejos.

Desde hace mucho habíamos sido mi tía May y yo, desde que tengo memoria prácticamente. 

Mis padres y mi tío Ben trabajaban en la misma compañía, e iban a muchos viajes de negocios, y yo siempre me quedaba con mi tía May, y aunque no tuviéramos ningún lazo sanguíneo siempre la había querido como una segunda madre. 

Un día, cuando yo estaba jugando en el parque y mi tía me vigilaba a lo lejos ella tuvo que coger una llamada que cambiaría nuestras vidas para siempre. Mis padres y mi tío habían muerto en el avión de vuelta a casa.

Suena algo corto, simple, pero para un niño de cinco años era como si el mundo acabase de terminar. Y mi mundo en ese momento sí se destruyó, pero mi tía May me ayudó a construir otro nuevo en el que también pude ser feliz.

Pero bueno...  Dejemos las cosas aplastantemente deprimentes, centrémonos en lo que nos atañe. 

Fui de mi pequeño apartamento a la estación, ahí me subí al metro hasta que quedé en la parada que quedaba justo en frente de mi escuela. Como todos los días en los que había clases.

Llegué hasta la puerta del instituto y busqué con la mirada Ned Leeds, y no tardé mucho en encontrarlo.

―¡Qué pasa viejo! ―exclamó en cuanto me acerqué.

―Aquí estamos ―contesté. 

Ned era mi mejor amigo, y como buenos mejores amigos que éramos, teníamos un saludo secreto. El cual hicimos sin nada de dificultad, aunque difícil era un rato. Todavía me acuerdo cuando lo practicábamos...

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⏰ Última actualización: Jan 29, 2023 ⏰

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𝗟𝗘𝗚𝗘𝗥𝗘𝗠𝗔𝗡𝗖𝗘, peter parkerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora