El pelirosa frunció el entrecejo,ya cansado de escuchar el tono de llamada que provenía de su Teléfono. No sabía quién lo estaba llamando a las 2 de la mañana, pero sea quien sea, lo odiaba con toda su alma. Finalmente, resopló por la nariz con molestia, y de forma floja, se levantó de la cama y caminó hasta su escritorio. Donde su celular sonaba muy insistentemente. Molesto, lo tomó y sin ver de quién se trataba, atendió la llamada.
—¿Quien puta eres y que mierda quieres? —Preguntó con un enfado impresionantemente discreto.
—D-disculpe las molestias,¿Hablo con Ryomen Sukuna? —Preguntó, al parecer, una mujer.
—Si, ajá. Ya dígame qué quiere así puedo irme a dormir de una puta vez —Dijo Sukuna.
—Mire, soy una enfermera del hospital sugisawa. Y el señor Wasuke Itadori quiere verlo —Dijo la enfermera. El enojo en el semblante de Sukuna aumentó, frunciendo aún más su entrecejo.
—¿Que quiere ese viejo verde? —Preguntó Sukuna y La mujer puso una mueca. el tono de voz del pelirosa mostraba una desagradable arrogancia.
—No lo sé, pero solo sé que él quiere que usted venga aquí mañana a primera hora —Dijo la enfermera. Sukuna frunció el entrecejo sin saber que quería ese viejo, Suspiró. y aunque no iba a darle una oportunidad al anciano de decirle lo que sea que quería decirle, Le dijo a la mujer que estaba bien, que iría. Y dicho esto cortó la llamada. Se sobó la cabeza y se recostó en su cama para acto seguido caer en un sueño profundo.
Caminó a paso ligero hacia el hospital. Con los audífonos puestos, escuchando música. tenía una bandita puesta, debajo de sus ojos para esconder los otros. Pues no quería asustar a la gente.
Luego de un rato, Alzó la mirada y al ver que ya estaba enfrente del hospital Se quitó los audífonos y los guardo en su bolsillo. Entró al enorme lugar, dónde el color blanco abundaba por todas partes, y fue hacia una enfermera a preguntarle dónde quedaba el cuarto donde estaba su abuelo.—oh, ¿Tu eres su hijo? —Preguntó la enfermera.
—No, soy su nieto. ¿Dónde queda su habitación? —preguntó sukuna.
—Esta en el tercer piso, en la habitación 32 a la izquierda —Dijo la enfermera. Ryomen asintió y se dirigió a dicha habitación.
Entró sin molestarse en tocar la puerta. Y ahí lo vió. Después de unos largos meses. El anciano rápidamente dirigió su mirada hacia su nieto.
—Vaya, estás hecho mierda —Dijo ryomen cerrando la puerta detrás suyo. Tomó un banco que estaba por ahí, lo puso junto a la cama del anciano y se sentó, con su típica pose, con una pierna encima de la otra y el pómulo apoyado en su puño.
—ahora, dime, ¿Para que me querías? —Preguntó ryomen Algo desinteresado en lo que el viejo le dijera. El mayor de edad suspiró con los ojos cerrados, y tomó aliento para decirle lo que tenía que decirle.