Nunca fui una chica accesible y social, por el contrario, era conservadora y sencilla. Mis padres habían desaparecido en un viaje vacacional cuando yo tenía 17 años. Luego de la desaparición, tuve que aprender a sobrevivir, lo que me llevo a ser distante y fría con las personas.
El bullicio de la ciudad era mi eterna tortura y las personas que transitaban por ella eran despreciables. El sol era brillante e insoportable, la lluvia se hacía presente pocas veces al mes. Y las noches eras frías y silenciosas.
Vivía en exilles. Una ciudad poco conocida pero perfecta para cometer pecados y ocultarlos ya que la ley en exilles, no existía y el peligro se sentía mientras caminabas por la calle.
Mi casa, estaba ubicada en la última parte de la ciudad, mala elección para vivir y más para una joven de diecinueve años que vivía sola.
El mundo se había convertido en una cacería. Los depredadores sexuales, mafiosos y monstruos con sed de sangre, nunca se iban, estaban ahí, entre caras amistosas, ocultas en las sombras de la noche, al acecho, en la búsqueda constante de nuestras debilidades para destruirnos y quitarnos la esperanza de ver el sol brillar.
La doble moral era la característica principal en ellos. La sociedad estaba siendo consumida por la sensibilidad, la intolerancia, el odio y las mentes cerradas que no eran capaces de aceptar los diferentes tipos de pensamientos.
Las nuevas caras eran una señal de advertencia, el problema era que casi nadie se daba cuenta de aquello.
En exilles, cada quien andaba en su mundo. Las personas no sabían con quien compartían su lugar de trabajo, aula de clase o carretera.
Mi trabajo quedaba en el centro de la ciudad, era una pequeña cafetería con estilo vintage y los mismos clientes de hace años. Debajo de la cafetería había un bar exclusivo para personas personas con dinero y reservaciones para entrar, algunas noches aceptaba algunos turnos como mesera en el bar.
El camino de mi casa al trabajo era siempre el mismo, creía que era el más seguro: hasta que llegó él y pidió mis servicios.
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Luz de luna
AcakVivía en Exilles. Una ciudad poco conocida pero perfecta para cometer pecados y ocultarlos ya que la ley en Exilles, no existía y el peligro se sentía mientras caminabas por la calle. El mundo se había convertido en una cacería. Los depredadores sex...